Lo que tenía que decir

jueves, 26 de junio de 2008

Hace no mucho tiempo estuve perdido. Las ideas no salían, como si tras una carrera de fondo estuviesen sin aire. Pensé que era hora de tomarme un descanso y dejar que fuese el tiempo el que corriese. Decidí que antes debía escribir una especie de poema cierre, poema despedida, poema homenaje a todos los que hasta entonces había escrito. Algo grande y artificioso.

Me salió un truño de 83 versos. Hoy volví a leerlo. Con dificultad porque mareaba bastante. Y me di cuenta de que debajo de todas esas palabras cruzadas y peleadas quería en realidad dejar un mensaje que trascendía sobre el mensaje que por aquel entonces creía que debía dar. Un poco más sabio salvé algunos versos, agarré el significado y tiré con fuerza hasta liberarlo de su significante. El resultado es este. Un poema bastante más desnudo, sincero y claro. Lo que realmente quería transmitir: por qué escribo. Si vais a leerlo, por favor, hacedlo a media voz, si no no tiene sentido.


Fue la mordaza de la vida que le puso
nombre a mis silencios que delatan
no la ausencia de palabras que decir
sino el no poder decirlo con palabras.
La parálisis: ser consciente de estar solo
y ser solo sin estar nunca consciente
(porque la consciencia cruda del vacío
es sentida bajo el manto de la muerte),
aprisiona cada uno de mis sentidos
los destierra sin retorno permitido:
donde tu ves una vela en un mantel
yo escucho arder un sol sostenido,
donde tu hueles perfume de mujer
yo siento un respirar herido.
Y tu piensas que la lluvia en los tejados
es molesta o agradable o misteriosa
mientras yo no dejo de preguntarme
si es hermana de lágrimas que al caer
no quisieron su razón perder
y regresaron al cielo para recordarme
lo que sólo una lágrima refleja
el naufragio a la melancolía de mejillas.
O si son un simple maquillaje.
Es una más de otras tantas heridas
que derramando miradas fugitivas
clamor mudo de justicia divina
no hallan sino una respuesta omisiva
perdiéndose al fin a la deriva
entre espacios a los que nadie puso nombre.
Es el dolor más inhumano.
Porque pocos nos lo repartimos.
Es un dolor que vive así como enclaustrado
y sólo es visible al mirar al suelo
en una sombra que yace sobre su asfalto
desangrándose poco a poco de negro*.


(*) Tinta (sé que es obvio, pero tenía que aclararlo).

Sólo un garabato ¡Deja otro!:

Manuel Avendaña dijo...

Hola.

Soy nuevo en el mundo blogger, me hice un blog hace poco. Es un blog principalmente de poesía pero tambíen incluye teatro. Por los poemas que he visto en tu blog es evidente que eres un gran poeta. Mi blog es una casa cochambrosa y fea pero, si tienes tiempo podrías pasarte por mi blog y darme algun consejo. La página web es:
http://laquintadelciego.blogspot.com/

Un saludo.

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