Cosas que contar

domingo, 3 de agosto de 2008

Me duele el aburrimiento al escucharnos
hablar de elementos tan circunscritos
al círculo que guarda nuestro ego
tan poco generoso en desbordarse.

Somos tan redondos y tan reprimidos
que por mucho que finjamos dos mil excesos
nunca podremos vivir fuera del silo
en el que apilamos supuestos defectos.

Tapamos cicatrices con maquillaje
el viento no se filtra en nuestras mentes
y consideramos insulto el ser vulgares.

Queremos algo perfecto y biensonante
cantable para que cuando seamos viejos
la voz de la memoria embalsame nuestros huesos
y por más idiotas que siempre hayamos sido
poder hablarle a nuestros tristes nietos
y que ellos nos recuerden a sus hijos.

Olvidando que el bum-bum de los latidos
no fluye más allá de este momento
y el nuestro es un momento tan hueco y frívolo
que todo sonido, tras agonizar un poco
expira al beber de su vacío.

¡Deja el primer garabato!

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