Diez cosas mías que consiguen volverme loco

sábado, 13 de diciembre de 2008

1. Me gusto porque empiezo a leer los poemas desde los últimos versos, como un buscador de tesoros. Entonces los voy escalando, comprobando que el terreno lo merezca. Porque valoro mi esfuerzo. Y a la mitad me doy cuenta de que aquello era un poema. Vuelvo entonces la vista a sus orígenes, leyéndolo con mueca grave, disimulando, como si no lo conociese de antes, como si no supiese su secreto.

2. Me gusto porque llevo una libretita cutre de polipiel en el bolsillo, a la que llamo mi agenda con la clásica escusa del yo-no-soy-de-aparatos. Y que en realidad utilizo como trampa, para capturar los absurdos varios que me salen de vez en cuando. Me gusta la cara de imbécil que se me pone cuando estoy ahí, anotando, estupideces como esta:

Nota para novela: Un tío recibe nota debajo puerta. Contiene dirección. Se la ha pasado su yo del futuro. Puede ver sus distintos yos pasados y futuros.

En realidad está muerto.


Empieza: En ocasiones la vida te pasa notas por debajo de la puerta. Terminaría: En otras ocasiones la muerte, pero en relación con otra frase.


Mierda, se parece demasiado al sexto sentido.


3. Me gusto porque cuando estoy solo le hablo al aire. Que no es como el que habla solo, aunque se parece bastante. Pero es más como un ensayo. Imagino situaciones. Invento diálogos absurdos. He hablado diez veces más con cada uno de vosotros de lo que hablasteis vosotros conmigo. Y aún así no os lo reprocho.

4. Me gusto porque tengo siempre que esforzarme para bajarme o subirme hasta el nivel de las cosas. En realidad siempre voy unos centímetros por arriba. Unos metros por abajo.

Y aunque nadie más lo aprecie, yo me valoro ese sacrificio de devorador de depresiones, de disfraz del propio ingenio. Y es cierto que a veces fallo. Pero siempre sabré perdonarme. Aunque otros no lo hagan. Porque me gusto así, con todos mis inevitables.

5. Me gusto porque soy una de esas personas de mirada, y divido a los demás únicamente en dos grupos. Los ojos que puedo mirar infinitamente y los que apenas sostengo. Y la incomodidad de tener que hablar oteando el infinito supera cualquier tipo de cualidad positiva. Y al contrario, he sido amigo de ladrones, amante de prostitutas.

6. Me gusto porque siempre ando distraído de las horas del resto de los mortales. Para mí de noche puede ser de día, y suele serlo de hecho. Nunca pude acostumbrar a ningún horario mi sueño. He desayunado con Wiskie. Y ningún alarmista lo habría tildado de alcoholismo.

7. Me gusto porque soy el más guapo y el más feo de todos los tíos que en mi vida he conocido. Con un peine y un espejo, jugando con orientaciones y ángulos, con luces y perspectivas, con muecas y con peinados, soy un ángel. O su demonio complementario. Y siempre que me levanto no miro mi cara en el espejo, contemplo mi estado de ánimo.

8. Me gusto porque soy cínico como la propia mentira, más que cualquier otro hombre, pues aprendí de mujeres. Y sin embargo, muy de vez en cuando, se me filtran como descargas de algo, que resulta que aún me late. De niño fui un gran romántico, un Victor Hugo sin barba. Y a veces me río con ganas, y otras de veras te juro que lloro. Aún no aprendí el arte más elevado de la hipocresía purista, el de contener una lágrima.

9. Me gusto porque yo sí sé a qué coño huelen las nubes, y porque conozco de memoria el sabor a despedida, y sé distinguir con el tacto el valor de la osadía, y he visto la cara a todas las pasiones que he tenido, y las recuerdo con frecuencia y con bastante cariño, así como el sonido de sus besos en la boca de mi estómago.

10. Me gusto porque todos mis momentos, más de cerca o más de lejos, orbitan en torno a un cuerpo femenino. Me gusta que ya lo tengo asumido, que soy como un complemento, un trozo de cuero masculino contenedor de recuerdos y perfumes de mujer. Colgado de un brazo invisible. Un simple bolso de Carolina Herrera, o alguna otra. Pero un bolso, he de decirlo, que me gusta de cojones.

¡Deja el primer garabato!

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