La canción de la semana: Unsatisfied

martes, 16 de diciembre de 2008

"Estoy tan insatisfecho", aullaba Paul Westerberg allá por el año 1986, en un disco de nombre guasón, Let it be, de una banda de nombre con aún más guasonería, The Replacements. Los sustitutos, pues ya ningún dueño de bar se atrevía a contratarlos, testigos de sus desastres etílicos sobre el escenario, para que cantasen medio minuto "Odio la música, tiene demasiadas notas" y se liasen a trompadas con un espectador o entre ellos mismos...

Pensad en The Replacements como un eslabón perdido entre el viejo rock y el grunge. Como una mistura de Creedence bajo electroshock y Stones sin habilidades comerciales, pasados por el filtro maldito de Big Star. Diseñados para fabricar riffs minimalistas y perfectos que les ganarían el crédito eterno, aunque siempre a posteriori, de bandas como Nirvana (Nevermind es una canción de The Replacements), Hüsker Dü, Pearl Jam o They Might Be Giants (quienes compondrían "We're The Replacements").

Las discográficas pensaron que tenían el contraste perfecto con R.E.M. para cazar fortunas. Pero no, The Replacements se autodestruyeron en un remolino de Wiskie (alguno de ellos lo lograría en el intento), y por el camino Paul Westerberg, un salvaje iluminado que ejercía las veces de líder indiscutible, iría descubriendo que prefería buenas melodías y letras al hard-core con el que habían comenzado a finales de los 70. Siete discos más tarde, ya en 1990, todo había terminado. Pero la leyenda de Paul Westerberg y su banda no hizo más que crecer desde entonces.

“Nuestra victoria fue fracasar de todas las maneras posibles”

Hubo un momento que pasó a la posteridad como síntesis del legado personal de la banda. Westerberg, frente a una cámara, exclama de repente: “El gran secreto para escribir grandes canciones es...”. La reportera que lo entrevistaba grita nerviosa que se ha quedado sin cinta, introduce un nuevo cassette en la cámara y Westerberg repite: "El gran secreto para escribir grandes canciones, lo que todo songwriter debe saber, es...". La chica, al borde del llanto, grita que la cámara no funciona, que cree que se ha roto. Westerberg sonríe con un puro en la boca, mira a pantalla e insiste: "El gran secreto...". La imagen se funde entonces a negro. Unsatisfied:

                     

(Texto basado remotamente en este artículo, que está escrito como el más genuino de los culos)

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