Son ellos

miércoles, 30 de septiembre de 2009


Aunque nunca he visto a Dios
en tus meditadas formas
ni en el frágil desafío
de no mirarte a los ojos
aquella tarde
mientras tu blusa subía y bajaba
como una patria nómada
(como un exilio inútil)
supe que para hacerte
hubo un loco de por medio.

Y aquellos traidores
capaces de amar sinceramente
varias veces
sin otra pena que un par de marcas
de suicidio en la muñeca
de desesperación en la pupila
de cansancio en la sonrisa
pero aún sonrisa y pupila
y pulso en la muñeca
me parecieron héroes
de una mitología incomprensible.

Porque cuidadosamente
en un unísono impecable
mostramos nuestras credenciales
pequeñas cicatrices al principio
después yagas desbordadas
y más tarde
un pequeño apocalipsis susurrado
una calada indiferente a un cigarrillo
manchado de carmín
pero tan parecido al amor
como sólo puede serlo
la cólera.

"Son ellos los que deben temer"

"Son ellos los que deben temer"

"Son ellos los que deben temer"

Y uno al oído del otro
nos fuimos quedando dormidos
¿Adivinas dónde despertamos?

¡Deja el primer garabato!

Publicar un comentario