la sombra que arrastras recordando

jueves, 24 de diciembre de 2009



un hombre, y digo un hombre
cualquiera,
camina hasta el margen de su historia, se asoma
monstruoso al borde de su sombra
-de todas las sombras, porque un hombre
se parece horriblemente al otro hombre-
empuja con los ojos hacia un parto
desde lejos sin madre ni comadrona,
llega al borde, nace a la soledad
más nítida y desdichada hacia donde
todos los abismos se retiran con secas
reverencias y ademanes, imagina flores
pisoteadas, se figura flores pisoteadas
por la lluvia, un horizonte
de lodo que se acerca, le besa
en la cara, le arrebata
la sangre mientras los engranajes
se resienten y tiritan y se astillan
bajo los huesos donde todos los relojes
se detienen aunque sigan
haciendo tic-tac y moviendo
sus ridículas manecillas en deshora

pero el hombre aproximado
al margen de su historia, aplastado
como el vaho en los cristales: una mancha
retirada poco a poco del vidrio sucio
de la vida, no vuelve a mirarse
la muñeca ni a confundir más extremos
con finales ni a temblar ni a encajar ya
nunca
en la definición de ciudadano respetable
de compañero de nadie
ni en ninguna.

¡Deja el primer garabato!

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