Llorad para salvar mi reino

sábado, 27 de febrero de 2010



"for every king there's a crown
and every time I look around
I am the king of infinite space"

Bonnie "Prince" Billy

Veréis, el mío es un reino de constelaciones cosidas a castillos en el aire. De fronteras que se extienden hasta que se hacen daño y entonces se recogen como un niño en cualquier tipo de refugio: una pelo, un bolsillo, una palabra... de caminos que se cruzan con los de cualquiera abarcando innumerables escondrijos repletos de botines y riquezas, donde un beso siempre es un tesoro y una palabra siempre es mágica y correcta.

Sus poemas tienen la fuerza de una ley y sus leyes la fuerza de un poema, por ejemplo

"Amarás sobre todas las cosas
sobre la hierba, sobre la cama, sobre la arena..."


y bajo todas, en ellas corazonada rima con certeza, hambre con piel, dolor con nada. Cada vez que atardece en mis dominios se edita una novela de amor para leer hasta que brillen las estrellas. Todas tan buenas que en mi reino nadie está dispuesto a que le devuelvan el dinero. Todas ellas basadas, hasta la última letra, en hechos reales.

El mío es un imperio llano porque el amor movió hasta el borde todas y cada una de las montañas. Una recua de caballos blancos que cabalgan hasta que les salen alas. Un arsenal de espadas de chocolate que no permite librar guerras en verano ni privar a nadie de una muerte dulce en primavera.

Yo digo que mi reino es suyo. Que todo lo que ve es mi reino. Y ella responde que me calle y duerma, que no soy el rey de nada. Y así mi reino se va secando. Porque las tormentas de mi reino son tan perfectas que no pueden llorar sin sus caricias.

Pero árido, marchito y débil... mi reino sigue siendo un reino.





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What killed the dinosaurios?

miércoles, 17 de febrero de 2010


What killed the dinosaurios? Preguntas mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. ¿O quién? ¿Tú misma, un meteoro, una erupción volcánica? ¿Murieron uno a uno apuñalados o fueron víctimas tempranas de una súbita y calculada exterminación?

José Ángel Valente

Tejo un corazón con las manos, deseo engancharme los dedos con la aguja y sangrar un poco, sólo un poquito, en un espectáculo controlado del que pudiese despertar. Pienso en momentos autodidactas que olvidan los movimientos estudiados durante horas. Pienso en abandonar un cuerpo sobre la red de seguridad, arropado por el suspense que precede a los gritos que se ahogan en mi carne. Porque estoy hecho de apuñalamientos, trocitos crudos tejidos con la misma aguja que sostengo y que a veces, a falta de aliento, mancho de tinta y palabras dulces.

El basta no sale, se queda dentro de las brazadas, acariciando el umbral de los dientes como una lengua fría, un pez viscoso remontando un río de lava, un pájaro de lava remontando un vuelo viscoso. Las venas se me bifurcan sobre el cielo, se me agitan, ramitas que hacen crack y caen al suelo entre las hojas. Los ahoras se vuelven, uno a uno, como enormes dinosaurios indefensos, o nuncas.

Abandono un cuerpo sobre la red. Y digo de seguridad. Y sé a lágrima. Y sé que el tintero es mucho más oscuro que el mar, profundo que los pulmones, seguro que el abrazo que podría definirme en trocitos crudos más rojos que el corazón de tela que puedo sostener con las manos sin sostener el aliento. Y me bebo todo de un trago, como un chupito de cicuta.

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a lo Juan García Madero

sábado, 6 de febrero de 2010

juapo

“la chair est triste, hélas! et j’ai lu tous les livres
fuir! là-bas fuir! je sens que des oiseaux sont ivres”

Stéphane Mellarmé

“porque de la palabra que se ajusta al abismo
surge un poco de oscura inteligencia”

Enrique Lihn

ojalá las polillas me devorasen como a una bombilla incandescente. parecería una amenaza entre sus alas, algo salvaje golpearía mis cristales sin rozar el filamento que te nombra.

deja de mirarme y toca. estoy cansado de alumbrarte, necesito sentir cómo te duelo.

me iré dejando sólo los insectos. y el mejor poema que conozco en un lugar de la Coruña donde sólo tú sabrías leerlo. tu nombre, amiga mía, sobre el viento.

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me criaron para dirigir gaviotas

jueves, 4 de febrero de 2010



me hablaron de dominar
el mundo, me dijeron
que yo era inteligente

tenía que abrigarme mucho
porque, como cualquier catarro,
lo primero que ataca el amor
son los pulmones

y yo que prefería contagiarme,
sentir uno tras otro cada síntoma,
soñar constanemente cada fiebre,
chupar todo lo que amaba,
morder lo que no quería que se fuese,
aspirar como cualquier otro niño
al calor que prometían las cerillas

lloré hasta purgar todo el aire
y convertirme en un organismo
decadente, un parásito del dolor
que transpira a través de todos
los abrazos, un coronel que lanza
sus pájaros rojos en un ataque
frontal por latido que no deja
ninguno en retaguardia, un rebelde
sin otro dominio que el mundo
que gira dentro de su boca

un enfermo que desecha
la eutanasia, una agonía
de sustancias que se reponen
cada vez que el aire que se marcha,
mordido y lleno de saliva,
vuelve como un perro
hasta su casa.


*fotografía por Germinal Roaux

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