no por desprecio (claro es que nuestro orgullo es infernal)
sino porque una es extranjera
una es de otra parte,
ellos se casan,
procrean,
veranean,
tienen horarios,
no se asustan por la tenebrosa
ambigüedad del lenguaje
(A. PIZARNIK)
-I- no sé leer por más que paso el dedo extraños símbolos el universo expandiéndose en carne viva debo tener pupilas en la lengua debo tener papilas en los ojos
debo ser un ser enamorado del ritual de su propio sacrificio
mi dedo continúa subrayando líneas y más líneas en tu espalda, en fin... quererse a morir y no poder entender con qué metal cuántas veces, nada.
-II- como sonríe el marinero ciego al recordar la luz, el pelo rojizo los cuerpos adormecidos y tibios de todas sus amantes, muertas hace más de treinta años
sonreirte como el que ya no tiene nada tener ojos sólo para ti
me hablaron de dominar el mundo, me dijeron que yo era inteligente
tenía que abrigarme mucho porque, como cualquier catarro, lo primero que ataca el amor son los pulmones
y yo que prefería contagiarme, sentir uno tras otro cada síntoma, soñar constanemente cada fiebre, chupar todo lo que amaba, morder lo que no quería que se fuese, aspirar como cualquier otro niño al calor que prometían las cerillas
lloré hasta purgar todo el aire y convertirme en un organismo decadente, un parásito del dolor que transpira a través de todos los abrazos, un coronel que lanza sus pájaros rojos en un ataque frontal por latido que no deja ninguno en retaguardia, un rebelde sin otro dominio que el mundo que gira dentro de su boca
un enfermo que desecha la eutanasia, una agonía de sustancias que se reponen cada vez que el aire que se marcha, mordido y lleno de saliva, vuelve como un perro hasta su casa.
porque no hay en esta vida, cariño, efectos especiales ni presupuesto para comprarle al amor un escenario el tiempo no se detendrá, no lo hará por nosotros que apenas tenemos garantizada la supervivencia de esas cosas tan pequeñas que caben entre las manos: el sol, nuestras mejillas, temblando aquella noche... no, las huellas de nuestro sudor -jugábamos, te acuerdas, a adivinar de quién era cada gota y concluíamos entre risas que todas eran nuestras- se terminarán secando, da igual cuánto tiempo hagamos el amor, ningún grito detendrá mi nombre para siempre entre tus labios, ningún abrazo detendrá en una sola nuestras pieles, estamos condenados a dibujar nuestras iniciales en todas las puertas, nuestros secretos en todos los escondites, nuestras despedidas en todas las esquinas y nuestras sonrisas en todas nuestras bocas, una con otra, a agotar cada segundo, todos los días, intentándolo porque nuestros corazones juntos no dejan de partirse nunca
de risa, porque la mejor no tiene por qué ser la última y eso no hay reloj que lo detenga
empiezo a tejer otra columna de humo tan ancha que puede que albergue un corazón de gigante o un gigante sin corazón o los sueños de un gigante que no deja de buscarlo
juré no volver a fumar también juré no volver a enamorarme y aquí estoy con cara de memo mirando los corazones que escapan de la ceniza
es posible que mi novela se haya ido disolviendo en capítulos uno hasta volverse un millón de relatos cortos e inconexos de tan variada temática como follar o limpiar la vajilla pero es que se me ha arrugado la vida en clinex sucios de mocos que he lavado con lágrimas que eran las mías
y ahora puedo limpiar cualquier cosa con los ojos
un exceso de preocupación por la originalidad y un estilo que se debate entre el descuido absoluto y el abandono forzado "ese idiota se echó a perder y ahora se va de poeta" me han señalado con el dedo, tanto, tanto... pero me sigo dando la vuelta como salí de mi madre gritando cual energúmeno
¡poesía!
aunque de aquella no conociese una palabra tan precisa
ahora sí, ahora que no tengo ni idea porque tampoco la quiero de cuánta herida puedo guardar bajo costillas intactas sé que tengo algo muy grande que apenas ocupa espacio un corazón electrónico recubierto de hojalata mucho mejor que el vuestro de carne porque a veces vibra y esto es lo que pone... llamada entrante: alejandra
el resto poco me importa, el que me quiere que me quiera y si un día no queda nadie dispuesto a tenderme la mano ahí estaré yo, más desnudo que nunca, pero queriéndome como siempre me he querido: con un odio que no entiende de dulzura, de besos, de engaños... y del que sólo se salva alguien y este lunes cumple años lidia o el poema más mujer de todo el mundo
mientras sigo vomitando corazones de humo gigantes tan diferentes al mío voy camino de la cama escucho una voz -privilegios de estar loco- surgida desde el armario "has nombrado a las dos únicas personas que pueden hacerte daño" me acuesto y aprieto los ojos con mil toneladas de miedo porque "es jodido" pienso "es jodido que un monstruo haya podido llegar a conocerme tanto".
un hombre, y digo un hombre cualquiera, camina hasta el margen de su historia, se asoma monstruoso al borde de su sombra -de todas las sombras, porque un hombre se parece horriblemente al otro hombre- empuja con los ojos hacia un parto desde lejos sin madre ni comadrona, llega al borde, nace a la soledad más nítida y desdichada hacia donde todos los abismos se retiran con secas reverencias y ademanes, imagina flores pisoteadas, se figura flores pisoteadas por la lluvia, un horizonte de lodo que se acerca, le besa en la cara, le arrebata la sangre mientras los engranajes se resienten y tiritan y se astillan bajo los huesos donde todos los relojes se detienen aunque sigan haciendo tic-tac y moviendo sus ridículas manecillas en deshora
pero el hombre aproximado al margen de su historia, aplastado como el vaho en los cristales: una mancha retirada poco a poco del vidrio sucio de la vida, no vuelve a mirarse la muñeca ni a confundir más extremos con finales ni a temblar ni a encajar ya nunca en la definición de ciudadano respetable de compañero de nadie ni en ninguna.
La poesía existe, pero es escasa. Puedes interpretar cualquier frase como un verso perfecto y estará bien, cuántos errores cuesta un acierto al fin y al cabo. Te querrán porque eres guapo, porque eres gracioso, porque tus ojos, porque besas bien, porque haces sentir, porque tu piel, porque quién sabe. Nunca lo dudes: te querrán porque. Porque. Porque. Porque. Porque.
Porque guardas un ligero parecido con la miel. Ya te irán ellas tiñendo de amargo. Es el sabor de la experiencia y nunca se va de los labios. Pero es un sabor necesario.
Es tan escasa... ni siquiera los que leen y escriben poemas a diario conocen su secreto. Decir que duele y que duela son cosas incluso opuestas. A menudo la línea que separa la poesía de la prosa es muy fina. Y se parece al silencio.
Existe tanto... seguramente has descubierto ya dónde se encuentra, al fin y al cabo lees y escribes poemas a diario. Puedes seguir engañándote. Fingir está permitido en la constitución del silencio. Al final tendrás que rendirte. Te costará tiempo. El tiempo duele aunque digas que no duela. Pero créeme: está siempre de tu lado.
Bienvenido al asedio más bello de tu vida. Resiste muchacho, al fin y al cabo...
Aunque nunca he visto a Dios en tus meditadas formas ni en el frágil desafío de no mirarte a los ojos aquella tarde mientras tu blusa subía y bajaba como una patria nómada (como un exilio inútil) supe que para hacerte hubo un loco de por medio.
Y aquellos traidores capaces de amar sinceramente varias veces sin otra pena que un par de marcas de suicidio en la muñeca de desesperación en la pupila de cansancio en la sonrisa pero aún sonrisa y pupila y pulso en la muñeca me parecieron héroes de una mitología incomprensible.
Porque cuidadosamente en un unísono impecable mostramos nuestras credenciales pequeñas cicatrices al principio después yagas desbordadas y más tarde un pequeño apocalipsis susurrado una calada indiferente a un cigarrillo manchado de carmín pero tan parecido al amor como sólo puede serlo la cólera.
"Son ellos los que deben temer"
"Son ellos los que deben temer"
"Son ellos los que deben temer"
Y uno al oído del otro nos fuimos quedando dormidos ¿Adivinas dónde despertamos?
Empezaré estos versos con una confesión: Estoy tullido Noto claramente que cojeo
(Hubo un tiempo en que fui adicto a cualquier clase de poema)
Arrojo mi sombra con desprecio
Soy un indivíduo genial, joder, pero ni siquiera Un indivíduo Las mujeres son unas putas adorables Pero sobre todo unos trozos de carne Que no son la tuya
Arrojo mi sombra con desprecio Rota como cualquier promesa De habitación oscura Tabiques y retales de tu sombra
(Hubo un tiempo en que habría escrito cualquier clase de poema)
Nuestro primer encuentro estuvo engastado en la violencia Pero una violencia encantadora como un viajero En busca de cobijo Una ceremonia solemne Un requiem a los gusanos y al cadáver De todas las felicidades pequeñas (Yo como un fantasmal poblado de felicidades) La felicidad Las ganas de besarte Tus dedos dos encantadores gusanos Hablando del accidente con un borracho el otro día
¿Y qué queda tras de ti?
Un mundo de adorables retretes repletos de putas adorables Hendiendo su belleza en el corazón ajeno Maquillando su fracaso y compartiendo drogadicciones
(Pero hoy solo podría haber escrito esta clase de poema)
Y hablar de aquellos tiempos De niños masturbándose al unísono bajo cojines Sabiendo que tu cuerpo es la única separación posible Entre el onanismo y el sexo
Terminaré estos versos con una confesión: Los versos son un bello maquillaje El poema una drogadicción adorable Para no matarte una a una Y mientras ir huyendo Cojo de ti Ni siquiera un individuo Hacia cualquier parte tullida de tus ojos
Un genio, un capricho, has sentido alzarse la tarde como límite del cielo el sol cayendo huero un diablo filoso se fustiga entre las ramas todo camina a lo lejos es la crucifixión de lo invisible se drenan las manos de Dios y en el suelo apenas una hoja alcanza a temblarse.
(Yo también sigo aquí, jadeando en la gran garganta oscura, o silenciosa, pero el tiempo del reconogimiento ha llegado a las palabras. Si hay otro Capítulo 93 será siempre otro, he comprendido que un antes y un después nunca se juntan. Confieso que sigo escribiendo, íntimo, de todos modos. Trabajo en una novela, fíjate tú, y descanso en un tranquilo poemario, de donde sale el amago en verso de arriba. Un beso a todos y gracias por vuestra atención. De todo corazón y para siempre)
(Que nadie se sorprenda si ahora me diese por seguir escribiendo aquí, me gusta llevarme la contraria)
Ya se cae la tarde y aún no pude sacudirme de encima este cometido de intruso a la deriva de calles descuidadas de sí mismas desparramadas sobre su propio cuerpo de ciudad alicaída como si la ciudad precisase de alas como si no le bastase con su juego de esquina con su punto de fuga de esperanza con sus alcantarillas a otras ciudades donde rosa aún es nombre de flor y no de herida
Quién iba hoy a confesarme que terminaría mendigando el sentido de la vida a la desidia de señales que naufragan en bocana de "no tengo un fierro mi vida estigma de pasión burrera ya lo sabes" con una valija apenas de recuerdo extraviada como un agreste perro en la nebulosa de esta ciudad que no termina
Y aunque pude perpetuar este día miserable noviando la tinta que ahora ya me deja la violencia del ocaso hiere al fin inexorable de romance sus tejados y de lujuria sus esquinas la ciudad alza así renovado su plumaje perpetuando con su vuelo nocturno la agonía de este cometido de intruso de calles que van a ninguna parte y siempre a la deriva
Para los ni argentinos ni filólogos ni aficionados como usted con mano en el hombro de Montoya, Hector Yánover era además de un poeta, un librero de cuando los libreros eran otra cosa y guardaban, bajo llave de tinta indeleble, vínculo estrecho con todos los lectores y escritores que tenían el azar o la fortuna de tratar con los libros que él vendía. Hasta el punto de que a alguno de los que escribían, no a todos porque su tiempo -el de Yánover- era escaso, les grabó un disco, no, no a todos pero sí a los más insignes, pero sí a Borges y a Cortázar, a Cortázar y a Borges. El Zar dedica su disco a relatos, a qué si no el maestro, a qué si no, si no tenía otra cosa. Pero ni falta, ni falta. Se arranca con una introducción que deja bien a las claras que el carisma de su pluma guarda mucho de la tradición de la boca. Luego se suelta y refrenda con Torito, como si fuese él mismo, como si Justo Suárez el Torito de Mataderos en su cama, improvisando y digiriendo sus recuerdos, abandonado y enfermo ya de tuberculosis. Es relativamente largo, che, pero esa demostración de lunfardo lo merece, el play y el replay tres veces. Palabras preliminares: Torito:
A Borges, millones de veces más poeta y ya ciego, le da por un camino más de verso, con alguna que otra prosa lírica. Hay que perdonar la frialdad de los cortes en la grabación a los que obliga el dictado, para así poder apreciar la candidez de la voz siempre generosa del maestro de la literatura y la ironía. De las veintiséis porciones que suman la grabación escojo estas cuatro porque me parecen más de Borges, aunque quizás sean más del otro:
Límites: Milonga de dos hermanos: Milonga de Jacinto Chiclana:
Todas las mujeres viven en el instante de tu boca y tu boca cruza una boca y una boca cruza tu boca y tu boca se abre rota contra un azar inconsciente que yace sobre la mía
un ahora salvaje grita con agonía un para siempre entre tu bo...
(deja que las palabras vuelen lejos ya tratarán de acercarse ciegas arriesgando nuestros labios como vulgares poetas)