Y aún esperan su cita con Nausícaa
Para llorar lo que jamás perdimos.
El Corazón. Yo lo usaba en los ojos.
Gilberto Owen
había veces que se me extraviaba el pulso y tropezaba una y otra vez con ella al buscarlo entre las sábanas. para no encontrarlo, para no encontrar en ella nunca nada y ser siempre yo el descubierto un segundo ya demasiado tarde
un segundo ya demasiado al otro lado del sacrificio, disimulando: golpeándome las costillas con la mano. rellenando mis vacíos de poemas sin sentido. versos transparentes. palabras sin letra.
pero ella siempre estaba allí mirándome a los ojos. gritándome desde mis pupilas que no me fuera.
¡Deja el primer garabato!
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