Habían pasado exactamente ocho meses, dieciséis días, trece horas y veinticinco minutos. El corazón aceleró hacia delante, sufriendo por no poder cambiar de marcha, para detenerse en un súbito, empotrado contra la mirada de Lucía. Subía al autobús distinguido por la letra E de univErso. "Mi mundo se sube a su universo, un solo verso y de nuevo me olvida". El gran auto rojo hacía tiempo se había escondido tras la esquina Plaza Pontevedra con Juan Flórez cuando Silvio pudo arrancar de nuevo algún sonido a su pecho.
Se sentó en un banco de la plaza, con los latidos al ralentí, los labios secos, los ojos planos. Mirando a los coches pasar como ajenos enajenados, y los peatones ignorantes. Le pareció que todos formaban parte del mecanismo de un reloj y deseó gritar que se parasen, que andasen hacia detrás hasta girar la manecilla del sol apenas medio suspiro, pero no dijo nada. Sabía que no le harían caso, el sol tan invisible tras las nubes, ellos tan inertes de carne e inercia. Tan mirando hacia delante, nunca hacia arriba, nunca a los lados. Estúpidos. "Y allá al fondo está la muerte, y os vais muriendo de miedo".
Y como un segundero otro autobús con la E se paró frente a él. Subió, rumbo al campus universitario. Pidió mudo al conductor que siguiese a la otra E, que procurase acercarse con los focos apagados, manteniendo una distancia segura. Se sentó y miró por la ventanilla. Afuera comenzó a llover. Con violencia.
La lluvia caía demasiado fuerte, demasiado a plomo. Pero en la Coruña siempre llueve. Como una ciudad construida hacia arriba de regueros de agua fría, por los que asciende la monotonía de la gente hasta engrisar el techo de nubes. La lluvia que limpia las calles limpia con ellas sus transeúntes. Y cuando ha arrancado suficiente hastío, despeja el cielo. Y la gente lo ve y sonríe. Dicen que porque pocas veces brilla el sol. Pero es una sonrisa de tranquilidad, de los que intuyen que las nubes se han llevado el pecado de su rutina.
Silvio se bajó en el campus y siguió a la mayoría. Como un autómata más, pero sin carpeta. Facultad de Derecho, leyó en un rótulo azul. Se sentía incómodo. Abrumado y empapado. Descolocado. La biblioteca se alzaba ocupando todo el ala derecha del recinto, tras una cristalera, en una estructura de tres pisos de madera en contraste contra los tres pisos de hormigón en los que se disponían las aulas. Silvio fue hacia allí, tomó asiento en el tercero, sacó un libro de bolsillo para disfrazarse de estudiante. Parapetado. Observando el ir y venir entre palabras vacías pero vivas que no alcanzaba a escuchar, sobre palabras muertas que no alcanzaba a leer en su vieja edición de Guerra y Paz.
Cuatro horas de espera. Cuatro horas de vigía sobre la misma página 356 hasta que la vio. Ella salía. Y él la siguió. De nuevo hasta la parada. Compartieron al fin univErso. Y Silvio quedó prendado de la rutina de Lucía. De su horario de estudiante de mañana. Espiando callado los restos de conversaciones rotas. Contento de tener al fin un clavo que le sirviese de guía. Aferrado a él aunque ardiese. Aunque le quemase las manos.
Hace 19 horas
6 garabatos:
Es precioso eso que dices de la lluvia en Coruña; dan ganas de ver llover... pero es díficil en esta época del año, al menos en Extremadura jaja.(Aunque especifiques en Coruña, yo generalizo a toda la lluvia,que no te moleste, es para hacerme una pequeña idea; cada vez que llueva recordaré esta entrada)
Avanza muy bien el relato, mantienes un hilo de misterio que lo hace más interesante.
Un beso!=)
Yo me engancho con facilidad a las historias, y más, si están bien contadas. Me quedo con Silvio un rato más, acompañándolo a estar solo...
Que linda historia...es tan realista que la veía.
Saludos,
Laura
Me ha parecido muy bien contada
Ya me pase la semana pasada por tu blog pero esta vez me engancho tu relato, tiene el misterio justo para mantenerme hasta el final...
La descripcion del sitio y la atmosfera creada me parece perfecto... esta muy chido el relato...
Saludos
Una historia muy real y muy bien contada sin dudas.
(leí los post de abajo tambien!)
saludos :)
Jajajajaja, gracias a todos por la lectura y los ánimos.
Para mí es complicado, nunca escribí nada con aspiraciones de ser un poco largo. Y esto empezó porque sí. Así que a veces estoy más perdido que Silvio. Aunque poco a poco va cobrando vida entre líneas.
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