El clochard de los excesos

jueves, 31 de julio de 2008


Los ojales cosidos le servían de recordatorio, no hay amor para un simple botón, no hay cariño que resguarde del frío. Dos mangas y un solo bolsillo, talle ajustado a los huesos, no cabían costillas de menos entre sus paredes de pana, alfombra para imaginarias damas que corrían de sueño en sueño, dejando caer su pañuelo de metal.

Chaplin de la modernidad aunque sin comer zapato, por ser animal de interiores se había condenado al raso y vagabundo le decían. Era diestro con las bromas, y por ello era apreciado en la comunidad de vecinos de los que no tienen morada. Los chistes escasean en la miseria y él era fuente de algunos que ya circulaban en otros ambientes. La palabra es como la peste. Aunque en ciertas ocasiones se quedaba silencioso, con un STOP imposible de ignorar dibujado en su cara.

Su cultura era admirada, no había pregunta que no tuviese respuesta, sencilla pero evidente. Si le interrogaban por el porqué de su desnudo, decía "no soy codicioso al uso, mi ambición es una brújula tonta que baila al son de un tesoro real pero imaginario". Quizás sólo prefiriese ser clochard de los abusos.

Considerando lo común vulgar y lo raro extraordinario, el hombre veía pasar sordomudos entre ciegos. Los carteles de la ciudad mostraban su triste fealdad. Imaginario colectivo de un colectivo imaginario. Las paredes de ladrillo eran muros de plastilina medidos a la moralina disimulada de excesos. A lo peor visionario, ojalá fuese un ciego más, pensaba en su soledad. Y aunque sus compañeros de casta tenían vidriosos espejos que mostraban su pasado, el rastro de sus callados pasos era de un opaco siniestro. Los que le conocían no podían ubicarlo más allá de un par de pares de días. Todos le llamaban Juan, aunque prefería Pedro. Porque suena como a perro. Y sonreía.

Ya no escribía cartas, ni poemas, ni relatos, bajo diferentes coartadas. Sólo dos son hoy recordadas: por falta de estudio formal y porque escribir es la patria y ahora practicaba un turismo llamado de lectura facial, dando la vuelta al mundo sin regreso programado.


Y un 24 de abril fue hallado muerto en la sucursal de Caixa Galicia donde solía pasar la noche. Las cámaras de seguridad filmaron la brutal paliza a la que fue sometido por dos jóvenes, uno de veinte años de edad, el otro de tan sólo dieciséis. Nadie se percató de su muerte hasta las nueve de la mañana del día siguiente. Todos los que anteriormente vieron el cadáver prefirieron acudir a otro cajero, seguramente bajo la convicción escrupulosa de que estaba dormido. Cuando llegó la policía, encontró un papel arrugado en su mano derecha y un bolígrafo bic en la izquierda. Pensando que se trataría de una nota con algún tipo de dato que ayudase a su identificación, uno de los agentes se apresuró a leerla. Encontró escrito lo siguiente, con una caligrafía impecable:

Cuántas primaveras caben entre tu cara y la mía,
cuántas tempestades nos empujaron al beso,
suelo de mis amores en que se ahoga mi olvido
para matar de recuerdo.
Me soñaba un soñador, prófugo de mis sentencias,
la razón en mi conciencia perseguía a un violador,
un perturbador de verdades,
un calamar gigante de ciento ochenta y nueve brazos,
uno por cada amargo crimen que he cometido.
Y este es mi mayor delito,
haber permitido vivir a un cuerpo que siempre fue afín
a la carencia de sentidos.

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Gracias, pequeño verso

miércoles, 30 de julio de 2008

Gracias le doy al derecho
de ser libre de escritura
como tantas criaturas
son libres de movimiento
(aunque mi voz nació perro
pronto mordió la montaña).

Y al derecho de acogida
que ejerce la poesía
y es tantas veces refugio
al querer callarse penas
que vienen encintas de himnos
fallecidos prematuros
(poeta: amante del silencio).

Es porque nunca se escucha
a aquel que no puede hablar,
lo que es inexpresable
se ve condenado a una tumba
de diarios temerarios
con páginas de un arte bruja
que a fuerza de ir a la hoguera
prefieren quedarse de blanco,
vírgenes de lo que era,
esperando un verso justo
que las salve de la quema.

Por eso muerto de mudo
salgo a la caza de musas
con herramientas arteras:
no queda flecha que duela
ni cadena que gobierne
al que toma las tristezas
como una razón de verso.
Dirás que soy algo perverso
pero para alzar imperios
hay que postrar continentes,
y cuentan sobre uno entero
víctima de la peste.

Para seguir escribiendo
desde que se pone el sol,
si sueño que sea despierto
hasta el caer del telón
y aunque siempre derrotado
he de estar agradecido,
no os preocupéis mis amigos
porque los mejores versos
son un simple making off.

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Hijo de la gran puta

lunes, 28 de julio de 2008

Cabrón hijo de la gran puta
ojalá mueras dos veces
y tu sangre sea el bautismo
que bañe el cuerpo maldito
de cada uno de los gritos
en que retuerzas tu lengua.
No vuelvas nunca a mi puerta
ni intentes siquiera buscarme
porque seré yo la que ande
con un puñal a tu espalda
para sacarte las entrañas
y cagarme sobre ellas.
Huye con fuerza, cobarde
no creo que haya bastantes
rincones en este mundo
para esconder tu miseria.

Hay palabras que al nacer
hacen arder bibliotecas
si nacen de una mujer.

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Huele a pasado

308

La sábana estaba serena
como nunca el mar estuvo
en ondas quietas de seda
y un imperceptible vaivén
en la curva de mi mundo.
Allí donde el rojo del astro
hundió tantas veces su brazo
buscando de nuevo el Edén.
Tantos anocheceres, verdad?
Tantos anocheceres...
Si pudiera girar sus caderas
y sentir amanecer...
Pero ya huele a pasado.
El tiempo como pausado
traicionero en su sigilo
hiende su filo en mis manos
y me rebana los pies.
Sin lanza para un costado
ni cielo para unos labios
cobardes a su desnudo.
El ventilador en el techo
retuerce el sudor del cuarto:
Ríos que han arraigado
en espasmos de quince minutos
en que el deseo se revela...
Una cebra seduce otra cebra
que es un bengala blanco
y el rojo de nuestro abrazo
ha de teñir nuestra piel.
Cómo escapar de la tierra
cómo escapar de mi tierra
sin alas que me sostengan
ni valor para perder.
Enciendo un cigarro y expulso
nasales hebras de humo
porque saben como ella.
Quizás el infierno sea
recordarla en cada pucho.

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Es preferible no viajar con un hombre muerto

viernes, 25 de julio de 2008

En el cine hay muchas películas basadas en una novela (últimamente la relación cine-literatura me interesa bastante). Y casi ninguna basada en una obra de teatro. Es lógico. El cine, pese a su origen en el mundo teatral, ha creado un género artístico autónomo con sus herramientas propias. Y se acerca más a una novela visual que a una representación (o quizás sea que productores y directores lean más novelas, pero sonaba menos grandilocuente, qué le voy a hacer).

Ahora bien... ¿Qué ocurre cuando se intenta acercar el cine a la poesía? (buscando un producto aprovechable, no un bodrio experimental sin interés). De todo lo que he visto, y sin perder de vista que mi cultura cinematográfica es limitada, el intento más inspirado ha sido Dead Man, de Jim Jarmusch.

La película es en si misma una metáfora dentro de otra metáfora. Aborda el viaje de un contable (interpretado por el siempre genial Johnny Depp) que casualmente comparte nombre con el poeta inglés William Blake, desde su ciudad natal hasta un pequeño pueblo del lejano oeste en el que le han ofrecido un puesto de trabajo, desde la civilización hasta lo salvaje, desde la razón hasta la pasión, desde la vida hasta la muerte, desde el cielo hasta el infierno, pero el infierno de Blake.

En su obra El matrimonio del cielo y el infierno, en la que se inspira el film, William Blake presenta una visión de la tradición cristiana muy personal y romántica, en la que libera a la dualidad cielo-infierno de todo carácter moral. El mal es el deseo, la energía poética, y el bien la razón, los límites impuestos por los cinco sentidos.

Así el protagonista perderá conforme avance en su periplo toda noción de realidad y lógica. Contará con la ayuda como guía espiritual del indio Nadie, que ha leído los versos que cree suyos. Las leyes de los hombres irán cayendo, difuminadas por una naturaleza que escapa a la simple percepción.

Todo el film, vestido de western, está construido de forma que recuerda un poema. Los fundidos en negro (por otra parte tradicionales en la filmografía de Jim Jarmusch) marcan el paso de una estrofa a otra, y los repetitivos acordes de Neil Young llevan el ritmo constante de los versos.

Sin duda es una película extraña y difícil de digerir. Pero os la recomiendo. Vedla con calma y comprendiendo que estáis ante un producto que se sale de la norma. Pese a atesorar una gran calidad, en ocasiones puede hacerse lenta. Y su tono lírico desecha toda estructura narrativa, de modo que no esperéis giros argumentales o un desenlace revelador. Ya me comentaréis.

Os dejo algunos de los Proverbios del infierno de Blake, algunos de los cuales son nombrados por el indio al intentar iluminar a su joven compañero de viaje:

-La senda del exceso lleva al palacio de la sabiduría.
-La prudencia es una fea y rica solterona cortejada por la incapacidad.
-Quien desea y no actúa engendra la plaga.
-Sumergid en el río a quien ama el agua.
-No hay pájaro que vuele demasiado alto si lo hace con sus propias alas.
-Lo que hoy está probado, en su momento era sólo algo imaginado.
-La cisterna contiene; el manantial rebosa.
-Si estás siempre listo a expresar tu opinión, el vil te evitará.
-Nunca el águila malgastó tanto su tiempo como cuando se propuso aprender del cuervo.
-Los tigres de la ira son más razonables que los caballos de la instrucción.
-Nunca sabrás lo que es suficiente a menos que sepas lo que es más que suficiente.
-El débil en coraje es fuerte en astucia.
-El perfeccionamiento traza caminos rectos; pero los torcidos y sin perfeccionar son los caminos del Genio.
-Los poetas de la antigüedad animaron los objetos sensibles con dioses y genios, nombrándolos y dotándolos con las propiedades de los bosques, ríos, montañas, lagos, ciudades, naciones y todo lo que sus enormes numerosos sentidos podían percibir. Estudiaban particularmente el genio de cada ciudad y país colocándolo bajo la tutela de una deidad espiritual. Bien pronto, para ventaja de algunos y esclavitud de muchos, se formó un sistema intentando dar realidad a las deidades espirituales o abstraerlas de su objeto. Así dio principio el sacerdocio, instituyendo ritos según los relatos poéticos. Y, al fin, declararon que los Dioses lo habían querido de este modo. Así olvidaron los hombres que todas las deidades residen en el corazón.


Y el trailer:

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Viejas creencias

jueves, 24 de julio de 2008

Antes fui un niño temeroso, incluso al afirmar que Dios no existe sentía la obligación de disculparme en un silencio miserable, alzando al cielo el iris hasta ocultar la pupila, dejando a los mortales una media luna castaña que en su ridículo era mi penitencia.

Una noche sentí de nuevo la necesidad de negar a Dios. Fue en una taberna irlandesa, hogar por excelencia del Señor. Una de las chicas con las que compartía mesa me miró fijamente y sonrió. Mientras soltaba una retahíla hipnótica sobre el triste papel de la Iglesia en nuestro tiempo, continuó mirándome. Los otros chicos y chicas también eran católicos y se defendieron. Pero nosotros seguimos mirándonos a los ojos, y por segunda vez, volví a negar a Dios. Y lo negué una tercera con mis niñas clavadas en las suyas, sin poder moverse, mientras sentía un dolor inmenso en los márgenes de los globos oculares. Pensé que en cualquier momento comenzaría a sangrar por las cuencas y el engaño saldría a la luz. Así que comencé a desnudarla mentalmente, procurando distraer cualquier pensamiento con los botones saltarines de su blusa, con la cascada de su cabello antes recogido sobre sus hombros desnudos.

Uno de los presentes dio un golpe sobre la mesa que hizo saltar las jarras de cerveza. Afirmó con convicción absoluta que la Iglesia había cumplido un papel innegable como refugio de la palabra de Dios, como casa de todos aquellos que realmente deseaban ayudar al prójimo. Le dije que se hiciera cura y dejase de tocar los cojones, que si era marica encontraría los brazos de su templo abiertos para él. Ella rió y de nuevo nos miramos. Ya no sentía dolor alguno, sino un inmenso alivio en el pecho. El mismo que ha de sentir un ahogado cuando el aire, primero ardiente, se vuelve fragante y le recuerda lo que es estar vivo, ser libre de nuevo.

Aquella noche perdí la virginidad y dejé de ser un niño temeroso. Y ahora cada vez que niego a Dios, mis ojos no buscan cielo alguno para disculparse, sino que encuentran un cuerpo jadeante, una sonrisa y unos ojos negros que me miran carcelarios, para al instante después liberarme.

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Ya sabéis, de salvarse

martes, 22 de julio de 2008

La historia iba de salvarse, ya sabéis,
de que el vacío no formarse nuestra estela,
que hubiese más en ella.
Ser el lobo o explotar si eres oveja.
Eternos los artificiales,
sobre una ciudad diluyéndose
entre
un
incuestionable [          ]
Pelear con las estrellas
mientras las olas nos devoran de detalles.
Dejar la esencia al margen.

Y hacia el final, cuando ya no queda nadie,
comprender que en el margen de la esencia,
los detalles devoran las estrellas,
dejando
un
incuestionable [          ]
Sobre una ciudad eterna en su artificio.
Como el lobo que explota a las ovejas,
el vacío devora nuestra estela, y nada vale.

Es un trato favorable,
cambiar toda posible redención
por volver de nuevo a condenarse,
ya sabéis.

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Al fin me di cuenta

jueves, 17 de julio de 2008

Pasó bastante tiempo hasta que al fin me di cuenta...

Nunca estuve ocupado,
nunca realmente ocupado en lo que debería.
Siempre como cerrado,
hormigas en la espalda y comiendo polillas
para sentir ese algo
retratado en los versos de viejas poesías.
Que no eran las mías,
reafirmando lo mismo:
"logré siempre alcanzar aquello que yo quería"
y no fue suficiente.
Porque soy como antes: una simple y vieja colmena vacía.
La ambición fue la puerta de mi calabozo
y mi ego mi rey hasta la guillotina.
Pero no fue tan malo
no era tanto talento como yo pretendía


...demasiado tiempo, ya no hay ninguna duda que sirva.

Ninguna duda... un bonito epitafio armado de hipocresía.

(Un poco inspirado por las palabras finales de la película Blow a las que me refiero en el anterior post)

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Algunos finales dejan huella

La voz en off en el cine ha sido criticada hasta el hastío. Pero pese a ser ciertamente un recurso fácil, puede utilizarse con maestría. Y eso es más complicado que no usarla.

El caso es que al igual que abre una película, también suele cerrarla. Una gran responsabilidad, dada su mala fama. El final es lo que más perdura en la memoria del espectador, así que hay que medir peso de cada palabra. Y aunque quizás fuese suficiente con el "ir tirando, mirando hacia delante hasta el día en que la palmes" de Trainspotting, si hago memoria, creo que la poesía es el mejor recurso.

Y se me ocurren tres fantásticos ejemplos:

21 gramos

Dicen que todos perdemos 21 gramos
en el momento exacto de la muerte.
Todos
Cuánto cabe en 21 gramos?
Cuándo se pierde?
Cuando perdemos 21 gramos...
Cuánto se va con ellos?
Cuánto se gana?
Cuánto se gana
21 gramos
El peso de 5 monedas de 5 centavos.
El peso de un colibrí,
de una chocolatina.
Cuánto pesan 21 gramos.




El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford


No habría esquelas para Bob,
nadie vendería sus fotografías
en las tiendas de recuerdos,
ninguna multitud abarrotaría las calles
bajo la lluvia para ver pasar su cortejo fúnebre,
no se escribirían biografías
ni habría niños con su nombre.
Nadie pagaría ni 25 centavos
por estar en la habitación que le vio crecer.
El rifle se dispararía
y Ella Mae daría un grito,
pero Robert Ford simplemente
yacería mirando hacia el techo
viendo la luz marcharse ante sus ojos
antes de poder encontrar las palabras correctas.



Blow

Pero fuerzo una sonrisa
sabiendo que mi ambición
sobrepasaba mucho mi talento.

Ya no hay caballos blancos
ni mujeres guapas en mi puerta.

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Creía

miércoles, 16 de julio de 2008

El zumo en vidrio gastado de Calgonit se posa
en jazz sobre el espejo de cuerpos y voz en prosa
sin importancia.
La mirada asciende y la realidad golpea invertida.
Preguntas que no quieren llegar a voces se tumban
sobre la pared de hueso distraída.
Extrañas al papel grisaceo de letras y fotografías
que exageran cosas sobre un bullicio en la lejanía
sin importancia.
El cigarro se cansa en sus dedos desteñidos
esperando los dos soplidos de rojo Maybelline
que lo lleven al fin sobre el cenicero chapado en plata.
Bajo unos ojos antaño conversadores que siempre callan
austeros entre colores alegres aunque marchitos.
Imperturbables mientras su boca escupe más adjetivos
sin importancia.
El escrúpulo navega entre su cara y la del resto,
apenas diferenciadas en ciertos matices perecederos
sin importancia.
Ángeles, amores, infiernos, cielos y demás dolores
descansan víctimas del hastío de lo viejo.
Y en una cafetería ubicada en un pueblo de Castilla
sin importancia
frente a la mujer a la que ayer quería...

acaba de nacer un nuevo ateo.

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Te fuiste

domingo, 13 de julio de 2008

Te fuiste sin mirar atrás porque temías dejar
al hacerlo algo mío en tu recuerdo. Te fuiste
en el secuestro de lo poco cuerdo que restaba
por perder en nuestro universo alicatado de
delirios imposibles. Me dejaste con mi verso
huérfano, los lirios marchitándose en mi mano
esperando tu regreso, queriendo dar un último
beso y ver partir la figura de tu cuerpo. Me
robaste el derecho a decir algo. A ver tu ausencia
nacer en el lecho mis brazos, crecer alimentada
por mi llanto. Y ahora las lágrimas no quieren
partir, como si estuviesen aguardando ver las
tuyas para correr cuesta abajo hacia su abrazo.
Te perderás entre la bruma y sin embargo...
La lengua de mis días siempre recorrerá el amargo
de la sombra del adiós que hoy me has arrebatado.

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Y el dolor no pasa

El dolor se queda en la puerta mientras
yo le tiendo la mano penitente tratando
de invitarle a mi morada. Hace mucho que
la soledad resbala negra sobre mis paredes
blancas. Y que la luz se apaga intermitente.
Bajo mi cama la trampilla de la muerte acorrala
los círculos de mis botas ya desnudas del barro
de su falda. Y aunque yo no dejo de mirarla,
ella me muestra la anchura de su espalda ignorando
impasible la humildad de mi ventana, esqueleto
acristalado entre tablones arrancados de su bosque.
Y el dolor no pasa, como sabiendo que su espera
deja mis pulmones huérfanos del aire que desciende
desde la rencorosa altura de la montaña indiferente.



(Escena de la película El Bosque. Si no la habéis visto, entended que ella es ciega)

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Restos

sábado, 12 de julio de 2008

El paso dado ante la mesilla de noche
dota a la oscuridad de un sentido claro
cadáveres de sueño sobre los almohadones
recibo de ficciones que se van sin otro rastro
el calor de los abrazos diluido entre tu aire
pese a las corrientes de mañana obcecada
difuso abecedario de amante retirado
que adicto al recuerdo, a sus dosis calla
los pájaros trazan sin sombra su dibujo
las nubes aunque mudas sus grises entonan
y sabes que el ahora es rastrojo del pasado
olvidado por la vida nunca la has perdonado.

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Y sobre todo una sonrisa

viernes, 11 de julio de 2008

Un poema ha de ser un esfuerzo por reducir a palabras lo que siendo imposible expresar en trazos negros acostumbra tomar forma de sonrisa, lágrima o mueca de dolor. Nunca ha de verse su composición como un lujo ni como una labor, más bien como una necesidad imperiosa e inaplazable, que duele demasiado si la dejas de lado como para siquiera plantearse un receso. Las preocupaciones sobre la calidad o validez de sus versos serán simples accesorios. La poesía es nihilista, es en sí misma. Todo su valor está contenido en su cuerpo y cualquier otra perspectiva es mera especulación ajena a su significado, que coincide exactamente con los límites de su significante. Es inútil criticarla. Porque la poesía es una una mueca de dolor, una lágrima y sobre todo una sonrisa. Y el tiempo y la distancia se llevan sus raíces hacia unas entrañas que mueren en el misterio dejando su fruto ajeno en la eternidad de un cielo incomprensible.

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No del todo ficción: Hablar de mujeres

Los tópicos son simplificaciones de la realidad para definirla más rápido. No sirven para hablar de lo concreto. Pero a mayor tamaño de las muestras tienden por lo general a cumplirse.

Uno de esos tópicos dice que los hombres hablamos mucho de mujeres y sexo. Y es más o menos cierto. Aunque en mi experiencia personal lo matizaría. Es más bien una especie de despliegue de plumas de pavo real en la que cuando se sale del terreno delimitado por la fantasía (entiéndase el de las fantasías sexuales) la propia fantasía es muy reacia a desaparecer.

Compréndase que me considero una de las honrosas excepciones a la regla. Nunca he necesitado de ese tipo de artimañas para sentirme superior a mis congéneres. Lo que tampoco ha de entenderse como algo del todo positivo. Más bien es una consecuencia de mi seguridad, egocentrismo y prepotencia absoluta. También diré que sólo considero realmente dignos dignos de mi aprecio real aquellos que tampoco recurren a ellas. Porque son demasiado obvias y nos llevan a otro tópico tan asentado como cierto. Los hombres no sabemos mentir. A lo que añadiría que todo ser humano que no sepa mentir no merece la pena. Conclusión: la mayoría de los hombres somos simple escoria.

Una vez aclarado esto, tengo que reconocer que este tipo de conversaciones son jodidamente divertidas. En ellas uno de los sujetos relata explicitamente sus encuentros con el sexo opuesto como un acto heróico. Mientras los otros le vitorean con frases del tipo: ¡Joder, tío, así se hace! ¡Eres un puto crack! ¡Jajajajaja, es que somos machos, coño! Etc. Las pobres mujeres son ajenas a este circo (aunque seguramente tengan el suyo propio).Si desarrollasen un sexto sentido para escuchar estas conversaciones enseguida podrían distinguir a los indivíduos memos de los que no lo son. Y quizás la tasa de natalidad descendería alarmantemente.

Existen varios tipos. Vamos a verlos detalladamente:

1.Las tías con las que me he liado últimamente: Todo buen macho sin hembra fija ha de tener algún tipo de contacto con una mujer al menos una vez por semana, aunque se prefieren dos o tres. Así que, especialmente los lunes, los hombres nos reunimos para detallarlos. Solemos hacerlo diversas veces en distintos grupos, porque necesitamos varias raciones de ¡Eres un crack!

Aunque hay que reconocer que muchos de estos encuentros son verídicos, lo que los debería de dejar fuera de la lista, no lo son sus adornos, especialmente tendentes a dejar claro que: ¡Casi me la follo, macho! Y otros muchos son completamente inventados, sobre todo cuando tratan de "una morenaza" o "una rubia que... en fin". Especialista en esta materia es Teto, el tipo más paleto que conozco.

Otra historia reseñable es la de un sujeto (no voy a decir su nombre porque no le odio, pero es moreno, muy alto y amigo de un tipo también muy alto y rubio cuyo apellido tiene relación con algo que se le hace a las plantas) que nada más estar (lo pongo en este número uno por no tener constancia de la cualidad o la vericidad de su "estancia", pero en todo caso es curioso) con una chica a la que ahora tengo mucha estima escribió un mensaje a todos sus amigos y conocidos (ignoro si también a familiares) para contárselo. Recibió respuestas del tipo: ¡Joder, macho, eres un crack!

2.Lo que pudo ser pero no fue porque... Comparte muchos elementos en común con el anterior, y suele ser su continuación obligada. Aquí ya la fantasía toma por completo el discurso. Una mirada se convierte en una conversación picante, un "hola qué tal" en un "la estaba volviendo loca" y una charla de cinco minutos en un "podría habérmela follado, pero entonces llegó no sé quién y lo estropeó todo". Aunque todo mucho más bonito, emocionante y apocalíptico. Sólo hago un pequeño esbozo.

3.Las tías que me he follado: Bueno, este es el clásico. Se trata simplemente de detallar una lista cuanto más extensa mejor de todas las mujeres con las que el sujeto ha compartido lecho. Suele utilizarse con gente a la que no se conoce íntimamente, y a veces la lista se improvisa para que contenga a chicas conocidas por la otra parte, porque obviamente con desconocidas no tiene gracia. Cuando uno de los números de la lista llama especialmente la atención, se recurre a explicar todos los supuestos detalles, que abarcan desde el lugar hasta las diferentes posturas empleadas, pasando por cómo iba ella vestida (normalmente con algo muy apretado que da a entender que era "una guarra") o el color de su ropa interior. Ayer, por ejemplo, salió el caso de Bruno, un conocido camello de por aquí.

Fué más o menos así:

-Pues esa, esa, y esas dos, y esa otra se las folló Bruno.
(Aquí iría la explicación de las circunstancias, que voy a obviar).
-¿De verdad te lo creíste? Joder, Bruno es la persona más cuentista que conozco.
(Instante de duda. Sonrisa).
-No, pero me hizo gracia, por eso te lo digo.

Esta es la prueba de que este tipo de discursos funcionan. Porque los hombres, otro tópico muy verídico, somos muy crédulos. Más que los perros.

4.La historia sexual de mi vida: Podría considerarse una variante del anterior, pero su naturaleza es bien dispar. Se utiliza con gente con la que sí se va a intimar y toma voz de algo serio y profundo. En algunas ocasiones la historia es muy verídica y quedan fuera de este post, porque es perfectamente loable asincerarse sexualmente con un futuro amigo. Aún así se tiende a exagerar y adornar para que la historia tenga gancho. Y en muchas ocasiones toma tintes épicos que dejarían al Señor de los Anillos como un coñazo sin emoción.

5.Lo que me han hecho: La conversación la comianza uno del grupo y la sigue el resto. Un modelo posible sería el siguiente:

-Yo una vez iba en un tren con mi novia (suele ser la novia o un amigo desconocido, para que no haya lugar a testigos) y una tía me estaba mirando. Se levantó y fue al baño. Fui detrás. Y me hizo una mamada ahí mismo, mientras un pesao aporreaba la puerta...

-Buah, tío, increíble! Menudo crack! Eres el amo!

-Pues eso no es nada. A mi una vez, en una fiesta, una tía de unos treinta tacos me dijo algo al oído que no entendí, la seguí y me la follé bestialmente en el coche. En el coche de su novio. ¡Y el muy imbécil ni se enteró!

-¡Joder! ¡Qué jefe! Jajajaja, eres un crack!

-Joder, callad, que yo...

Y así hasta el infinito. Obviamente cada intervención es mucho más larga y detallada, pero no quiero pasarme horas escribiendo. Cuando la conversación se alarga mucho, lo que suele ser habitual, se recurre, para no perder verosimilitud a la vez que se continúa con la paja colectiva, a un amigo desconocido al que...

Una variante bastante común es la del polvo/mamada de mi vida. Es más corta, porque la mayoría de nosotros decimos que hemos vivido una sola vez. Pero se regresa varias veces sobre los hechos, como digiriéndolos y saboreándolos entre todos los integrantes.

El resto de conversaciones sexuales de los hombres, como decía al principio, giran en torno a fantasías con mujeres del entorno cercano. No... no son inocentes conversaciones sobre gustos: que si sadomaso, que si con una monja... para nada. En ellas uno de los integrantes mira con cara de trastornado a la víctima si está presente y al infinito en caso contrario y relata con pelos y señales lo que "le hacía yo a esa". Cuanto más salvajes, extrañas y desmesuradas sean las prácticas mayores aplausos recibirá por parte del resto. Y esta es común a todo hombre, no hay color. Hasta ese chico con cara de ángel esconde un demonio que os armaría, si por él y sus amigos fuese, un cristo ahí abajo.

Todo este rollo interminable que me he marcado aquí vino porque recordé algo que me dijo una chica una vez y me dejó conmocionado. Era algo así como: "Cuando hablo de sexo con chicas muchas dicen que no disfrutan con sus parejas" (seguido de un pero en cambio tu... mierda, me estoy incluyendo en uno de los puntos de la lista). Mujeres, estáis de suerte. La reputación de vuestra pericia sexual está a salvo. Nosotros siempre, y digo siempre, disfrutamos más que los demás.

(Gerard el Divertido, si por un casual azaroso te da por visitar el blog, que no creo, te queda tajantemente prohibido comentar esta entrada. Aquí YO soy el divertido. Haz un comentario bonito sobre un poema, que me hará mucha más ilusión.)

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La ciencia de lo imposible

Las teorías sobre el mundo y la condición humana
relatan embusteras realidades intangibles
procuran en delirios de gigante dar sentido
a un absurdo sin réplica a su altura inaccesible.

La condición del axioma lo define mutilado
inservible para un ojo ya cansado de evidencias,
los muros derribados por la espada de la ciencia
son repuestos por las simas de la lógica aparente.

Tacharéis de inútiles los efluvios de la mente
que escapan de cadenas y paredes opresoras
encierro y detención del único soberano
bajo cuya mano tiembla la más pura matemática.

Vosotros declarados enemigos de los dioses
no apreciáis la rosa que crece sobre una ola
no estudiáis por qué la nube muerde con rabia su cola
y olvidáis que hay magnitudes que superan las estrellas.

Y antes de dormiros no lo sospecháis siquiera:
la excepción no confirma vuestra regla misionera,
delata el onírico resquicio del dilema
que hace del imposible el dominio del poema.

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Invulnerable

miércoles, 9 de julio de 2008

Es posible que a lo largo de toda esta historia de batallas, muertes, sacrificios y lágrimas nos haya quedado la sensación de que el destino del hombre se encuentra en algún lugar en lo alto de una montaña o en el fondo de una sima. Pero es mucho más simple. Dentro de mil años seguiremos por aquí, con la misma sonrisa sincera al mirarnos en los ojos de otro, con idéntico estremecimiento tras el beso añorado en los labios. Con las mismas heridas curadas por el baile infinito de los que nos rodean. No importa el resto. Porque pase lo que pase...

... nuestro espíritu es invulnerable.



Animo a cualquiera que pase por aquí a dejar en su bitácora un comentario similar.

Gracias lilith

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Silencio

Lo reconozco, soy miedoso
me aterra el olor del silencio
lo huelo llegar,          lo noto
en cada uno de todos mis huesos
acercarse,                    rodearme
se hace sombrío          y doloroso
no lo veis mientras me atenaza de frío
todo sigue bailando y mientras mi alma se retuerce
y el grito se asfixia sobre su cuello                  roto
las luces de los cuerpos de nada le sirven
en mi boca se abre                  un negro foso
un pozo negro   como la dignidad de la noche
sobre el que palabras como estrellas fugaces
trazan lineas de cal viva pero impronunciable
cuando todo enmudece y el sentido se pierde
el dibujo sobre el que mi cuerpo se expande
cae relegado                            en un trance ajeno
donde                             nada ya puede salvarme
hasta que el crujido lejano de mis cuerdas vocales
me devuelve nervioso el dominio de mi nave
y hablo solo para mantener fuera el misterio
de mi corazón que vigoroso aún late
con su pulso tangente al       callado silencio
                                             de su muerte.

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No del todo ficción: La amistad

martes, 8 de julio de 2008


(De izquierda a derecha: Pacuxo, Pablo Ramos, Yo, El inigualable Capitán 100 Pipers y Gerard)

Los seres humanos somos animales sociales: verdad universalmente conocida. Su manifestación más evidente da título a esta entrada. Sí, la amistad. Vocablo perteneciente a ese conjunto de conceptos tan amplios como vacíos. Al de los sentimientos que tratan de implicar a más de un individuo. Que aspiran a definir vínculos. Pero somos tan diferentes como iguales. Y las palabras no sirven para tantas variables.

También el amor. Aunque eso es otra historia. De todas formas, suele aplicarse con mayor precaución. Porque los cánones dictan que es algo que une a una persona con otra y con nadie más. La amistad es un poco más barata. Aunque viene siendo la misma moneda.

Y al igual que muchos son los que declaran amor sin tener ni puta idea de lo que significa. Con mayor frecuencia aún se proclama la amistad como algo peregrino. Lo he visto. Lo habéis visto. Coño, lo hay por todas partes. Amigo, tío, cuánto tiempo sin verte. Joder, qué amigos somos. Eres mi mejor amigo. Permitidme que me ría de vosotros.

La amistad es muda, nada sabe de palabras. La amistad es gratuita, no exige nada a cambio. No es un puto contrato. Y no os engañéis, algunos nunca habéis tenido un puto amigo en vuestra vida. No lo tenéis.

La gente que habla mucho de los amigos lo hace también asiduamente de la traición. Era mi amigo pero me traicionó. Pedazo de idiota. Los supuestos amigos a los que dices eso te la han clavado más de una vez, sólo que aún no te has dado cuenta. Y tú eres tan culpable como ellos. Los llamas amigos porque te hacen sentir seguro, perteneciente a un colectivo. Porque te ayudan a tapar tus carencias, tus defectos, tu pasado.

Tío, simplemente simplifica. Porque llegará un momento en que realmente los necesites y estarás jodidamente solo. Y pensarás que no tienes amigos. Error. Se dice por ahí que los verdaderos amigos se descubren en los hospitales, las cárceles y los cementerios. Yo creo que son aquellos a los que sigues queriendo después.

Así que deja de exigir presunta amistad a cambio de supuesta amistad. No te mereces nada. A no ser que te olvides de todo y te atrevas a arriesgar. Porque los sentimientos son unilaterales, esto es así. Se quiere por lo que se es, no por lo que se da. Amor de perro, a mi no me sirve.

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Dignidad armada. Capítulo I: La barricada

Esto es un simple ejercicio de estilo. El objetivo es escribir un relato de acción de unos 10 o 12 capítulos. Los acontecimientos no suceden en ninguna ciudad concreta. La idea es que puede ser cualquiera. Y tampoco sé a dónde me llevará, ni cómo terminará. Ahora mismo estoy con el capítulo II. Nunca he terminado nada de lo que he empezado a escribir. Creo que por ser demasiado ambicioso. Así que acometo estas líneas con la única esperanza de terminarlas pronto. De entretenerme mientras. Y de entreteneros a vosotros. Un abrazo.

Una barricada se alzaba degollando la Calle del 13 de Mayo en una cabeza tranquila y lúgubre y un cuerpo arrancado en llamas. Las antorchas bailaban como siguiendo una melodía siniestra inaudible para el simple oído humano. No así para un perro que no dejaba de ladrar y aullar excitado. Su cuello estaba contorneado por una tira de cuero rojo abrazada en una evilla de la que colgaba una placa con el nombre de Keaton, contraste del futuro inmediato que esperaba a la mayoría de jóvenes con los que compartía cercanía. Del collar nacía una correa que la unía con una de ellos: una chica de un pelo rojo claro que ondulaba en la caricia de sus muslos al caminar, mientras ella iba rozando su fino cuerpo contra el del resto de forma inevitable, dado el elevado número de almas entre los estrechos márgenes de los edificios residenciales.

Sus pensamientos eran tristes. Se preguntaba por qué había traído al pobre Keaton, consolándose al instante siguiente con la idea de que no tenía a nadie con quién dejarlo. Todos los que conocía estaban en esa calle. No le habría perdonado que no le hubiese dejado venir a él también. Pero ahora se le veía tan inquieto que las dudas la inundaban una y otra vez. Quizás él pudiese ver la muerte. Quizás la visión fuese aún peor que la simple intuición del hecho.

Entró en uno de los edificios, situado en la retaguardia de la calle, en realidad callejón improvisado por un oportuno fallo en una demolición cinco días atrás para la construcción de un hotel y un centro comercial. Por ahí no podrían entrar, pensó mientras cruzaba el umbral, era imposible. Subió por unas escaleras y entró en una de las viviendas. Era el cuartel en el que se habían instalado la mayoría de los llamados barones, cada uno de ellos jefe de un área determinada. Los más importantes eran Luis y Roberto. Llegó junto a ellos. Estaban de pie junto a otros cinco en torno a una mesa desbordada de papeles en lo que el día anterior debió ser un comedor. Miró durante unos segundos al mapa que destacaba contra el resto de papeles, aunque lo conocía perfectamente. Ella había tenido la idea del cebo. Mientras, se distrajo con la conversación de sus compañeros.

-Es la hora de las brujas. Deberíamos empezar con el discurso. ¿Estás preparado?
-Más o menos. Nunca se está preparado para esta puta mierda. Joder, la hostia puta. Vamos a morir muchos, y lo sabéis. Lo sabemos todos, y en cambio aquí estamos.
-Es por una buena causa.
-Sí, los cojones, una causa segadora de vidas. No estoy seguro de que sea suficientemente buena, suficientemente noble. En caso de no haber muerto en un par de horas, seremos responsables de tantas otras muertes que no creo que quede espacio en nuestros putos corazones para la vida. Quizás muramos de remordimiento.
-Entonces habrá que ser valientes, coño. Al menos al morir aquí seremos héroes, ¿no? Seremos recordados por nuestros compañeros, por aquellos que no cayeron.
-No te engañes, joder. Vamos a ser tantos que no bastará un día para nombrarnos a todos. Pasaremos con un nombre indeterminado. Algo así como los mártires de la calle trece, o una mierda empalagosa por el estilo. Aunque quizás sea la única forma de no morir solos. Morir escuchando el grito de despedida de todos los que se vienen contigo.
-Ves, estás inspirado. El discurso te saldrá de puta madre. Se olvidarán de lo que nos espera.
Pero para un momento. ¿No tenéis nada preparado?

Las palabras le salieron de la boca sin permiso. Pero le parecía increíble que algo tan importante, crucial y solemne, casi funerario, se dejasen al arbitrio del azar y el ingenio de una persona. Que estaría en ese momento bajo una gran presión.

-No, Sara. Robe pensó que utilizar papeles habría sido casi un insulto al espíritu de esta revuelta.
-¿Y si no se te ocurre nada, qué coño pasa?
-Joder, Sara, no me pongas más nervioso, coño. ¿Te crees que para mí es fácil? Tengo que hablar con cientos de personas. Engañarlas, de algún modo. Hacerlas sentir puto orgullo por una muerte que quizás sea inútil.
-Ellos ya están orgullosos. Si no no habrían venido. ¿Has visto cuántos son? Todo lo que conozco está en esta puta calle. Hasta Keaton ha venido.

Desde la calle penetraba el sonido de las conversaciones. Sara pensó que era más fácil combatir el miedo unidos. Y cuanto más unidos mejor. A lo largo de la tarde había visto varias parejas besándose, incluso desaparecer tras una puerta en alguno de los edificios de viviendas donde había empezado todo.

El plan había salido bien hasta el momento. Eligieron la calle por su condición única de callejón, combinada con la cercanía de la plaza del ayuntamiento: su objetivo. A partir de las dos de la madrugada, tras cortar electricidad, lineas telefónicas e instalar los distorsionadores de ondas, un destacamento organizado en comandos de 8 personas había ido secuestrando a los habitantes piso por piso, planta por planta, edificio por edificio, hasta que a las dos de la tarde todos estuvieron controlados. Los rehenes habían sido agrupados en una sola habitación por edificio, que hacía las veces de puesto de observación y comunicación. Posteriormente había ido llegando el grueso del grupo, con su escondrijo y hora de llegada asignada. Y así, con la precisión de un reloj y sin levantar sospechas, en torno a 3500 revolucionarios armados se habían ido instalando.

A las 8 de la tarde se dio la orden. Se bloqueó el camino con los coches allí aparcados, formando una fila de tres de anchura, sobre los que en menos de media hora se había formado una barricada de 4 metros de altura utilizando los muebles que ya descansaban en los portales. Era una barricada sólida, con una estructura diseñada por Tomás el arquitecto y con cabida para tres observadores armados con metralletas. En lo alto de ella se habían encendido cuatro hogueras, evitando posibles incendios utilizando mangueras que empapaban constantemente la mole.

La policía no había tardado en formar. Primero en un orden improvisado de varias patrullas aparcadas al otro lado. Por un megáfono hacían preguntas estúpidas, como si eso se trataba de un ataque terrorista o quién estaba al mando.

A las 9 y media se realizó la llamada, informando de la presencia de minas en la parte trasera de la calle, de la existencia de 323 rehenes, de las causas del acto y sobre todo de las exigencias: la derogación de las leyes 17/2010, 4/2011 y 12/2011 de regulación económica e inmigración. Se daba al gobierno un tiempo de 24 horas, a partir del cual se procedería a la toma del control de las instituciones democráticas de la ciudad. Si se producía cualquier tipo de ofensiva contra los amotinados por parte de las fuerzas del orden público, se procedería a la eliminación sistemática de los prisioneros.

Habían pasado casi tres horas desde aquella llamada. Los policías vestían de un cordón azul los aledaños de la calle. Su parafernalia de cascos y escudos antidisturbios, en un comienzo caótica, se había ido organizando en un orden marcial que imponía respeto a unos edificios ya ciegos de ojos humanos, salvo los observadores que seguramente estarían calculando el alcance real de la amenaza a través de sus prismáticos.

Sara salió del edificio, precedida de la comitiva antes reunida en torno a los papeles, único vestigio de orden que quedaba relegado por el caos de la calle. Podía leer en los ojos de la multitud que les iba abriendo camino hacia el improvisado escenario bajo los escombros de la parte trasera, ya apenas a unos pasos. Veía miedo y dudas, mezclada con una esperanza que se había ido diluyendo con el correr inevitable de las horas. Apretó con fuerza el asa de la correa de Keaton. Tenía más miedo que nunca. No sólo a lo que pasaría después, sino a la posibilidad de que todo se desmoronase. Tenía la sensación de que se encontraba al inicio de un efecto dominó que llevaba hacia un abismo, y que un sólo fallo en la cadena llevaría a un vacío mucho más profundo y desolador. Se quedó en la base, al lado de un grupo que le era familiar. Había hablado muchas veces con ellos, y sin embargo ahora apenas tenía fuerzas para decir un hola. Miró hacia el micrófono y vio aparecer allí a Roberto. Sintió una especie de lástima por él, al mismo tiempo que se concentraba en un inútil esfuerzo para transmitirle fuerza. Se avergonzó un poco al reconocerse que aún creía en ese tipo de cosas y miró al suelo. Estaba cubierto de tierra, idea de Luis, el barón encargado de la organización armada, para que la sangre no corriese como un río en el infierno. Roberto comenzó a hablar, y casi de inmediato se hizo el silencio.


“Hoy es un día triste. Nunca pensamos que tendríamos que alcanzar este extremo. Pero no ha sido suficiente, amigos. No lo ha sido. Lo hemos intentado. Y no lo hemos conseguido. Pero mientras cualquier otra ciudad se habría rendido, como de hecho así ha sido, la nuestra no. Nosotros no nos rendimos, porque sería aceptar que tenemos algo que perder, y poco nos queda por perder que no nos hayan quitado.

Nos han arrebatado la dignidad de nuestros trabajos, la libertad de elegir qué hacer con nuestro futuro. Han arrancado con violencia a muchos de nuestros amigos de nuestro lado. Y siguen con sus planes. ¿La excusa? La crisis económica. El petróleo es caro y hay que subvencionarlo. Las escuelas públicas están colapsadas por no nacionales. Los índices de alcoholismo y drogadicción aumentan sin freno. Pero eso no es causa. Eso es la consecuencia de su inutilidad absoluta. Y la solución que se les ocurre es asfixiarnos con medidas absurdas y paternalistas. Nos estamos apretando el cinturón, dicen. Pero obvian que el cinturón nos lo han echado al cuello.

Ahora nos llaman terroristas. Pero nosotros no tenemos siglas. Nosotros sólo tenemos ideales. Ideales que se pueden resumir en uno: Libertad. Si un grupo armado ha de luchar por la libertad en su país, el Estado ha perdido sus cimientos legítimos y se tambalea: la democracia no es una urna, es un poder, un poder dado al pueblo cuya voluntad se está viendo ninguneada a través de unos pactos de Estado que nos están llevando a un agujero sin fondo. No hay dinero, nos dicen. Pero la libertad de un pueblo no puede medirse en monedas.

Hemos dejado claro lo que queremos. Hemos perdido nuestros pulmones para que las calles de nuestra ciudad gritasen al unísono nuestras exigencias. Hoy, voy a ser franco, quizás tengamos que perderlo todo para que vivan en las páginas de la historia de este país. Pero creedme. Nuestro grito es honesto. Nuestra petición es sincera. Así que cuando veáis el rojo de nuestros compañeros o el vuestro propio teñir el suelo, no penséis en barro, pensad en vuestra tierra. No penséis en muerte, pensad en inmortalidad. No penséis en miseria, pensad en la generosidad inabarcable de caer para alzar un ideal. Un ideal tan grande que nunca más podrá ser postergado. Para que no vuelvan a olvidarlo tendremos que obligarles a recordar. El espíritu revolucionario es lo que separa un pueblo de un rebaño”.

Roberto calló y el silencio reinó sobre el lugar. Pero apenas duró unos segundos.

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La corbata

lunes, 7 de julio de 2008

Inspirada en un tipo de traje que reprendió con muy poca elegancia a una mujer de edad avanzada en una de las sucursales del Banco Central Hispano.

Es la corbata un lazo negro
que al cuello tus manos atan
como una horca de traición para tu alma.
Cuántos hombres corrompidos
por el yugo de elegancia
que acompaña
el triste nudo en la garganta.
Miradas altivas se agazapan
tras el disfraz de seda y lana
sin entender que vendieron
libertad
a cambio de una tira
de antifaz
que enmascara a los cobardes de sus faltas.
Sempiterna en el despacho capital
abandonada ya en el campo de batalla
tal que si fuera el uniforme
no marcial
de peones de esta fea
sociedad
anunciando sin querer que el capital
dirige y manda.
Por eso si mis pies mando a besar
el asfalto que dibuja la ciudad
llevo “tenis”, camiseta
y algo más
una mirada de desdén al que al pasar
cree que es alguien por llevar una corbata.

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Últimos versos con tu nombre

domingo, 6 de julio de 2008

Si no se puede tener lo que nunca ha existido
¿se puede acaso añorar lo que no se ha tenido?
Escribo cansado para sudar ni siquiera
ojitos que no saben como llorar ya una pena
heridas de olvido van surcando mis venas
vestido de negro para ver la marea
llevar para siempre mi castillo de arena
alzado en jirones de piel y cadenas.
Huérfano de la noche perdí un día mi estrella
como magos de oriente fueron cruzando poemas
desiertos de sal, noches frías y eternas
por llegar a tus labios carmín de oro y miseria
y en lugar del regreso deseé todo ardiera.
¿Sabes lo que duele querer morir por eso?
No el querer morir, sino el que sea por un beso
que para ti no era más que otro recreo travieso
¿cómo escapar a ese impás, conservarse aún ileso?
Es imposible quedar sano y yo lo confieso
disparé a quemarropa óxido sobre mi pecho
cargué yo mismo el revolver de vacíos recuerdos
esculpí yo la bala como collar para un perro
y así no olvidar el nombre de mi dueño
el suicidio de un alma por un dolor de amor huero.
Pero respiro, estoy vivo y olvidarte al fin puedo
aún resuena en mi oído de los latidos el eco
amplificado a través de mi torso ya hueco
y hablar puedo aún y escribir este credo
que sé que a robar otro pedacito de cielo
de mujer enjaulado tengo todo el derecho...
siempre riendo, porque ahora cada vez que te veo
eres como un muñeco alzado en un humo seco
que escapa de tu boca, sin labios, infierno
removido al partir hacia las luces de anhelo
por el viento que barre como antídoto pleno
dejando en el olvido el otrora cruel veneno
como una mala historia esparcida en el tiempo.
Ya nunca pintaré de tu cuerpo otro verso
serás prosa en otras bocas bordadas de cuento.
Porque tampoco yo vivo nunca más por tus besos
otros labios tensarán el cordaje de mis sueños.
Si no se puede tener lo que nunca ha existido
nadie abrazará el corazón que tan sólo es un mito
no se puede añorar lo que no se ha tenido
como no olvidar si alguna vez te he querido.

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Hoy hay hoy

miércoles, 2 de julio de 2008



Si por el paso vital queda una lección aprendida
es que la hoja que hoy verde contra el viento tirita
en otoño ha de caer amarilla y ya marchita.
Desaparecerán también esos colores que hoy brillan
únicos contra el sol que alimenta de caricias
batir de mariposas que gravitan entre orquídeas.
Esa fuga que no frena y cobra caro los días
te lavará con lejía el negro de tu cabello
desteñirá de tu piel ese color tan moreno
y borrará en tu memoria los veranos, los inviernos.
Arrancará de raíz el fruto de todos tus sueños
nada perdonará, ni siquiera el amor tierno
que hoy cubre cada uno de todos tus pensamientos
no te engañe tu ambición, nada es realmente eterno.
El sabor a albaricoque, el olor a cereales
lo más sencillo que tienes quedará para otros cuerpos
el tuyo se irá marchando entre los surcos de viejo
que constreñirán tus venas y triturarán tus huesos.
Llegarán esos ocasos pronosticando tu infierno
no saber ni donde estás, ni quién eres, ni si el viento
que entre las ramas del jardín donde te darán entierro
hace tiritar de verde o colorea de argento.
Pero hoy es sólo hoy y de mañana no hay rastro
el astro rey está quieto y mientras baña los campos
y mil besos caben en torno al calor de sus rayos
antes de que en su camino dé ni siquiera dos pasos
tu cuerpo se desnudará y brillará de castaño
entre brazos que no saben de futuro o de pasado
hoy nos queda sólo hoy con mañana en su regazo
y tantos otros mañanas con sus soles dando vuelos
mientras el corazón lata podemos vivir en su cielo.

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No del todo ficción: Declaración de intenciones

La Coruña, ciudad de chulos y putas. No, es broma, sólo de chulos. Aunque también hay putas. Pero no lo son todas. Al menos ese rumor corre por ahí.

En todo caso yo soy un chulo. Un hijo de puta (lógica pura) sin más fijación que autodestruirme poco a poco. Y como no me gusta la soledad, he decidido llevarme a algunos conmigo. De una forma u otra. Como dijo el poeta, quizás no sea necesario, pero será inevitable.

Lo cierto es que disfrutaré haciéndolo. Al fin y al cabo, para eso estamos, para ayudarnos a fracasar. Somos la primera generación que vivirá por debajo del nivel de nuestros padres, todo el mundo lo sabe. Y el nivel de mis padres es jodidamente deprimente. Para qué intentarlo. Mejor cargar la pistola y disparar ahora que aún estoy a tiempo de ser yo quien apriete el gatillo.

Así que aquí iré contando mis experiencias. Empecé el blog con la intención de obligarme a escribir. Y parece que escribir finalmente ha de obligarme a vivir. El encanto es necesario. Las apariencias sobran. ¿Qué tengo que perder? Hace tiempo que dejé de creer en los cuentos de hadas. En los finales felices. Si tengo mala suerte malograré los años que me quedan, que ya parecen destinados al fracaso. Si la fortuna en cambio decide echarme un polvo de vez en cuando, al menos reuniré algunas anécdotas que iré garabateando por aquí y por allá. Hay que ver el lado positivo de las cosas. Si haces el pino en realidad ha salido cara.

Esto no será un diario. No lo escribiré todos los días, así que posibilidad desechada. Será simple narrativa azarosa con nombres trastocados, exageraciones inaceptables, mentiras disimuladas y verdades evidentes. Como todo lo que pretende estar basado en hechos reales. Pero no lo olvidéis nunca. En el fondo cuando escribo soy otro. Y esto es sólo ficción. Aunque nunca es ficción del todo.

Ah, y no es poesía. Así que queridos lectores y lectoras, si no os gusta, id a disfrutar del sexo por ahí. Y no os cortéis, sé que a algunos os va más el anal.

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Mis disculpas

Es simplemente una sensación de bienestar infinito
saber que estoy perdido cuando no estoy a su lado
saber que es vulnerable cuando ella no está al mío
porque somos tan distintos y nos parecemos tanto
todo en nosotros igual salvo que somos contrarios
ella la furia del mar, yo el vértigo sobre el barranco
ella es el huracán y yo el viento huracanado
ella el conflicto sin paz, yo el que no firma el tratado.
Esa fuerza que hace nuestro abrazo necesario
es la misma que rechaza el contacto de nuestros labios
somos seres orgullosos, no queremos humillarnos
reconocer demasiado que quizás nos necesitamos.
Nuestro amor sin documentos pidió a la amistad amparo
aunque alguna que otra vez le ha caducado el visado
y si al resto soy infiel, si cometo algún engaño
mis disculpas, por favor, a nadie quise hacer daño,
es sencillo de entender: siempre fui un trastornado
todos me dais igual cuando ella va de mi brazo
no necesito de avisos, lo tengo todo muy claro
hace mucho que abracé la certeza del fracaso
sé que todos los viajes llevan a puerto o naufragio
y no hay muelle que se compare a asfixiarme de su mano.
Que todo sea imprevisible es lo que ando buscando
lo conseguí una vez que dejé de ser el amo
de mis días, de mis sueños, del futuro de mis pasos
y aunque quisiese escapar ya veis que estoy atrapado
enmascaro su voluntad con mi supuesto reinado
es ella la que me vuelve el sinsentido en encanto
fantasía de ser gigantes en contra de un mundo enano.
No sé si la odio o la quiero, pero tampoco hace falta
es la única persona que no sé definir con palabras
pero sé que si la pierdo ya no puedo alimentarlas
apenas fuerzo una sonrisa cuando dice que se marcha
arrojo de nuevo la flor de mi terrible paradoja
que contra toda esperanza de posible salvación
y por mucho que me duela, sigue siendo igual de roja.

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Matices

martes, 1 de julio de 2008



Tu estabas en una esquina, rodeada de matices
una sonrisa abierta dibujada en labios tristes
vestido de colores pegado a paredes grises
una mirada alegre entre un corrido de rimmel
en conversación animada gesto demasiado firme.
Yo caminaba sencillo, casi diría que humilde
te pregunté como estabas, me dijiste que increíble
supe que me mentías mas nada quise decirte
la hipocresía no gusta, incluso si imprescindible
deseé decir que tu pena merecía volar libre
que dejarla anidar en tu pecho era cometer un crimen
pero marché como marchan esos héroes en el cine
sabiendo que tras los créditos nada será ya posible
quise decir que te quiero pero no quererte quise.

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Cuando el título es lo mejor de la obra

No es que la película sea mala. Es mediocre.
No es que el título sea bueno. Es genial.

"Podrías llegar al cielo en media hora
antes de que el diablo sepa que has muerto".

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Contraste artístico

Escribir es igual a parir. Una metáfora casi perfecta. Tantas veces recurrida. Nunca pierde validez. La escritura surge también de un instinto. Fuerte e inevitable como el maternal. Y aunque todo comienza con un chispazo de placer, no tarda en llegar el suplicio.

La incertidumbre de si irá todo bien. Mirar otros escritos y querer que el tuyo se parezca. Pero como una extensión de ti y de lo que eres. Diferente, pero tan bueno como ellos.

La pérdida de libertad. Incluso la pérdida de identidad. La criatura bebe de tu sangre con tanto ahínco que se va llevando tus días hasta que finalmente nace.


El alumbramiento. Una explosión de dolor difícilmente soportable. No sé ni sabré lo que duele parir un hijo. Pero el camino desde las entrañas donde se ha ido gestando hacia el exterior de la criatura escrita es bastante angustioso. El conducto es angosto. Y el hijo de puta muchas veces tarda demasiado en salir. No hay empujas que valgan. Nadie sujeta tu mano. Es el precio de parecer dioses.

Y finalmente sujetas unos simples despojos. Porque está muerto, o al menos muerto para ti. Eso es lo que realmente equipara todo esto al dolor de un parto. El de saber que has terminado cuando contemplas un cadáver. Es el asesinato lo que lo iguala a la vida. Contraste artístico.

Su vida dura desde que comienza el nacimiento hasta que finaliza. Después sólo queda arrojar todo. No hay deber de cuidado. Pero tampoco hay posibilidad de llevarlo a cabo. Tienes que deshacerte de tus propias palabras, olvidarlas, relegarlas al conocimiento de otros que les den esa vida que tu ya no puedes darles. Y volverán a verte e incluso te perseguirán. Y aunque las visitas de los hijos perdidos son agradables, la fuga es necesaria para no ser un enterrador más.

Para que la próxima vez que concibas nazca algo nuevo. Algo con identidad propia. No hay segundas partes ni homenajes en este arte. Ni en ningún otro. Sólo primeras. Sólo prototipos muertos.

No creo que existan los escritores felices. Pero tampoco creo que exista ninguno que no lo sea. Contraste artístico, también.

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