Me dije a mi mismo: “El amor es como la gravedad, dos cuerpos se atraen por proximidad y en ocasiones giran en órbita sin llegar a besarse”
Aquella noche soñé que viajaba en uno de esos descapotables americanos. Y mientras conducía, relajado miraba el firmamento de negro con unos pocos lunares blancos. De repente el cielo cambiaba y las estrellas se multiplicaban hasta iluminarlo por completo. Podía ver las piscinas de colores sobre las que nadaban y las serpientes azules, verdes, rojas y amarillas que trazaban las orillas de su movimientos. Más grande que todas ellas, nebulosas dubitativas se expandían y contraían hilando formas de animales, y las majestuosas galaxias giraban, a lo lejos, espejo de la inmensidad de todo aquello. Tuve la sensación de comprenderlo todo, pero era una comprensión sorda. Un sentimiento de calma absoluta. Un escalofrío de verdad sincera. Y entonces me dí cuenta de que estaba solo.
Me desperté y estuve toda la mañana cavilando por un camino sin forma ni término claro. Finalmente descubrí que llevaba varios minutos pensando en lo que no se ve, en eso que los científicos han dado en llamar materia oscura, el cemento que mantiene unidas las galaxias y hace que cada estrella de cada una de ellas se desplace en armonía constante. A la misma velocidad, debido a una gravedad sobre algo intangible. Algo tan antiguo como el mismísimo Universo, tan grande que abriga el firmamento y tan pequeño que nos atraviesa constantemente sin que podamos percibirlo, ni siquiera con las más avanzadas técnicas de la ciencia.
Y pensé... el amor es como la gravedad, el amor es como la gravedad, el amor es como la gravedad... y el destino es como esa materia que no vemos. Como esas gotas de realidad inexplicable que nos refugian, que nos controlan sin que podamos percibirlo. Algo tan humano y tan indiferente a la humanidad. Que nos hace ser lo que somos sin quererlo, estar donde estamos sin pretenderlo.
Porque estoy aquí, ligado, orbitando en torno a diferentes cuerpos, por una fuerza que no comprendo porque no puedo sentir. No es mera atracción, algo me ha dicho qué es lo que soy, y nada puedo.
Cerré los ojos, y entonces pude sentirlo. Lo que había visto en el sueño. No mirando hacia arriba, sobre el parabrisas de aquel coche viejo, sino en la carretera. En esa vía que anteriormente parecía vacía, pero que se iluminó bajo el brillo de millones de cuerpos celestes, por primera vez manifestando su terrorífica belleza. Por primera vez iluminando un camino...
Somos las postillas sobre las heridas por las que el mundo quiere sangrar. Somos el cerrojo que lacra la puerta de su locura. Estamos conteniendo la inmensidad de todo un mar y sólo filtramos, de vez en cuando, una gota de genio. Somos los tendones que unen el riesgo con el azar, puntos de equilibrio sobre los que se balancean todos los delirios, y aunque periferia la sabia ciencia nos ha dado en llamar, si dormitando podemos aunar tanta realidad: quién es el necio con tanto talento como para descartar que este universo sea la fuga inventada a nuestra soledad, plegada sobre si misma en un marasmo de colores, formas y sentimientos absurdos...
Hace 11 horas
5 garabatos:
Y a esto como lo llamo?
¡Qué definicion mas buena del amor!... me gusta :)
Aunque no estoy de acuerdo con la idea del destino, es que no creo en él, no es justo.
Pero me ha emocionado mucho tu poema, buena analogía.Seguiré leyendo.
Por cierto, ¿por qué en cursiva el último párrafo?
Un saludo
Muchas gracias, visitante desconocido.
La cursiva no significa nada. Simplemente es un cambio de tono. Suelo usar letra normal para prosa y cursiva para poemas. Porque no las leo igual, me gusta darles un ligero rasgo propio al escribir. Incluso cuando prescindo de metro.
Un saludo!
Me gusta la idea de la materia oscura. Y la idea de la gravedad.
No deje de darse una vuelta por mi blog por su premio.
Un abrazo, por aquí andamos aunque no siempre comente.
"Terrorífica belleza" la he oído calificar, o sugerir de muchas formas, descarada belleza, incomparable belleza,sutil belleza... Pero terrorífica?! estoy esperando con ansias que me la definas, que le des forma a ese calificativo.
Un placer volver a leerte Chema.
Un saludo.
Publicar un comentario