Una noche mis compañeros bebían y yo bebía más
que ninguno de ellos, mis pulmones zozobraban
entre humo, naufragaba de coca mi cerebro.
La vi llegar entonces, desde lejos, antes
que cualquiera se fijase, la miré y sonreí,
mientras ella, prematura, resolvía quedarse.
La reconocí al instante, tan presumida
y distraída bajo su velo cambiante, tardé
aún así mucho tiempo en hablarle sin
confesar nunca saber quién era.
Le agradecía cada uno de los paseos, cuando
serena iba colgando de mi brazo. Acomodé mi
reloj a sus manías y para reposo de sus cansadas
rodillas, le ofrecí cada noche mi pecho.
Yo sabía a dónde quería llevarme, yo quería
quedarme y ella también lo sabía, pero
disfrazamos el fraude de cariño mientras
nos vestíamos con nuestra compañía.
Acostumbraba a arañarme la cara, a frotarme las
manos hasta que me dolían, enfadada estrangulaba
mis huesos y me arrancaba el cabello con ira.
Yo decía que no me importaba, la consolaba hasta
que se dormía, confesó que conocía mi tormento,
una tarde, y juró a la siguiente marcharía.
Esa noche lloramos de miedo y le ofrecí
todo lo que yo tenía: que tomase las cuencas
de mis ojos; mi corazón, le tendí y aún latía.
Su esencia era fría, como su último beso antes
de agradecerme el haberla comprendido. Prometió
su regreso algún día, dijo que ya me echaba de menos.
Se dio la vuelta y entonces lo hice, descargué contra
su cuerpo mi ira, hasta escuchar el quebrar de su
espalda. Cuando la enterré creo que aún estaba viva.
Recuerdo, a menudo, sus últimas palabras, su inútil
y arrastrado lamento de niña, por haber desvelado
sus secretos, mucho antes de lo que debería.
En realidad lo sabía ya nada más verla supe lo sola
que se sentía. Engañar a la vejez no es difícil:
ámala hasta darle tu cuerpo, guarda el odio tras
una sonrisa, traiciónala cuando aún estés a tiempo.
Hace 14 horas
2 garabatos:
Joder.
Perdona el lenguaje pero es la primera palabra que me inspira tu pedazo de historia.
Un beso enorme.
Joder, gracias :)
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