"La vida es una mar tirana y su oleaje el cadáver
engendrado por cada ideal que naufraga".
Con estas palabras falleció mi padre, quebrando
así mi ancla de esperanza.
Mi padre, tan capitán, tan de alma y tan salvaje,
tan de semblante tranquilo, tan de callarse,
de nunca temblar de frío.
Arrié las velas en señal de luto, dejé mi barco
al pairo de la nada. El viento cesó,
como solidario.
Al día siguiente, la dejé en el puerto. Una madre
vestida de negro. Grité de rabia, suficiente lejos
que nadie escuchase mi lamento.
Viajo sin brújula, carta o sextante, a gavia, velacho
y sobremesana, mi pabellón: la venganza.
Sus últimas palabras tristes... no le reconozco
en su muerte, maldita mar, tú le destruiste.
La voy tiñendo de rojo. Hiendo en ella la quilla,
como un criminal con su cuchilla riego la mar
con sus propios despojos.
Para vengar a mi padre. Aunque quizás él comprendía.
Quizás conociese mi carácter. Siempre repetía
lo importante que era, pese a todo, navegar.
Por eso sigo mi viaje. En la calma intuyo tempestades,
las espero como una vuelta a casa. Sólo en la tormenta
puedo apreciar la inmensidad de la calma.
Porque mi padre era un ideal, yo soy hijo de oleaje,
y nada temo de la mar.
Ya no quedan burdeles de sirenas en mi océano
ni playas vírgenes en las que abandonar mi lancha.
(Que nadie me dé el pésame, no he perdido a mi padre. Sólo es un recurso).
Hace 15 horas
3 garabatos:
De verdad que sólo es un recurso? Que real, me creí de verdad que habías perdido a tu padre.
Precioso. Me encanta como escribes :) Gallego tenías que ser!
me gusta la estructura que elegiste, y la vuelta de tuerca me ha dejado confundida.
La verdad es que estoy bastante orgulloso de su redondez. Sabía lo que quería, pero no sabía cómo.
Gracias lobadiz! :)
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