Un sórdido remoto tengo aquí encerrado
un candado de inocencia desangelada
un ángel sin alas con los puños rotos
de golpear la pared del reverso de mi cáscara.
Quiere volarme la piel en cada uno de mis gestos
romper el zurcido del remendado ya viejo
arrancar los clavos del hogar de mis anhelos
violar la tumba de mis yos antepasados.
Muy altos y muy violáceos son sus impulsos sordos
filtrados por el sonoro temblor de mi garganta
muy violentos y muy sexuales y muy viscosos
sus plañidos violados por el exterior que lo acorrala.
En su constante bregar soy yo el residuo sesgado
entre las sencillas normas y sus atractivos desmanes
malherido está mi lugar de temblores furibundos
cada segundo un chocar de huesos y tempestades.
Me abandono sin querer a sus sádicas caricias
preñado de agujas de cal que asoman entre unas heridas
más pequeñas que mis poros, más grandes que la codicia
de controlar alguna vez el destino de mis días.
Así que yo no soy yo, soy un lugar sin espacio
un espacio sin ley y una ley que se deroga
cada vez que abro los ojos, las manos o hasta la boca
porque dentro de mi cuerpo hay otro cuerpo que explota.
Hace 14 horas
Sólo un garabato ¡Deja otro!:
"Así que yo no soy yo, soy un lugar sin espacio
un espacio sin ley y una ley que se deroga
cada vez que abro los ojos, las manos o hasta la boca
porque dentro de mi cuerpo hay otro cuerpo que explota."
Cuerpo como habitáculo de otros cuerpos.
Ego?¿
Llamémoslo hospitalidad...
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