Es tradición del ser humano salir por la noche. Tomar el silencio del cielo como un permiso tácito. Es como si el sol fuese el ojo de un dios que de noche no pudiese vernos. Basta observar un poco para darse cuenta que el comportamiento humano se vuelve menos humano y más comportamiento. Un día, está más o menos programado. ¿Una noche?
Por suerte o por desgracia no. Y mientras algunas noches se acumulan en el centro de nuestra memoria anecdotaria. Otras se deslizan como serpientes entre los resquicios del olvido. Soy consciente de que los siguientes versos no tienen por qué ser agradables. Hubo noches en que nada lo fue.
Insomnia látigo dominante desahogo
brazo mecánico de lluvia en sueño roto
es mañana despertar amargo y doloroso
abrir a niebla oscura los dos ojos. Rojos.
Hojarasca maldición del juicio en la sesera
lastre de cerebro desastrado por la coca
cortes agazapados en el cielo de la boca
desilusiones desquiciadas: candado de fronteras.
Cuerpo sucio prolongado por fricción en ropa sucia
droga dura en la nariz: sabor a dolor y furia
reguero blanco sexo huido por rendijas entre calles
asfixia de latidos: saeta en pecho del culpable.
Comisura del recuerdo escapa tras la noche oscura
salid de mi! miserables ideas de locura!
segundo de lucidez por cien años de amargura
juramento: no volver al precipicio de la duda!
Hace 20 horas
¡Deja el primer garabato!
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