Lunfardo, un idioma robado, de caricias

jueves, 26 de junio de 2008

Recuerdo que de pequeño cuando veía una película argentina quedaba como hipnotizado. No por la maestría de la cámara o de las interpretaciones. Sino por el lenguaje. Perdía el hilo de la trama esperando la siguiente palabra como un regalo extraño que no entendía. Y quería ser argentino, para tener ese acento, pero sobre todo ese idioma misterioso que siempre pensé poético y secreto.

Hoy ya he crecido. No me pierdo nunca. Pero sigue gustándome el cine argentino. Y sigue atrayéndome ese lenguaje que suena a milonga. A bordado de hilo sonoro. Ahora ya sé su nombre. Lunfardo. Ahora ya sé su historia.

Pero la historia no es importante. Es interesante, pero ya hay tantas páginas sobre el lunfardo. ¿Qué sentido tiene escribir algo que ya ha sido escrito antes? Yo sólo quiero agradecer su existencia dedicándole un pequeño espacio.

Decir que me encantan sus palabras. Que me gusta como suena pucho, quilombo, bacán, macana, chicana, boludo, laburo, mina y pirobar. Que me seduce como acaricia los oídos con naturalidad. Con un arte casual. Y tan argentino. Que me gusta esto:



Nada más.

Sólo un garabato ¡Deja otro!:

Ernesto Castro dijo...

Ha habido un instante en que no entendía nada. Parece otro idioma ¡qué bárbaro!

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