Contraste artístico

martes, 1 de julio de 2008

Escribir es igual a parir. Una metáfora casi perfecta. Tantas veces recurrida. Nunca pierde validez. La escritura surge también de un instinto. Fuerte e inevitable como el maternal. Y aunque todo comienza con un chispazo de placer, no tarda en llegar el suplicio.

La incertidumbre de si irá todo bien. Mirar otros escritos y querer que el tuyo se parezca. Pero como una extensión de ti y de lo que eres. Diferente, pero tan bueno como ellos.

La pérdida de libertad. Incluso la pérdida de identidad. La criatura bebe de tu sangre con tanto ahínco que se va llevando tus días hasta que finalmente nace.


El alumbramiento. Una explosión de dolor difícilmente soportable. No sé ni sabré lo que duele parir un hijo. Pero el camino desde las entrañas donde se ha ido gestando hacia el exterior de la criatura escrita es bastante angustioso. El conducto es angosto. Y el hijo de puta muchas veces tarda demasiado en salir. No hay empujas que valgan. Nadie sujeta tu mano. Es el precio de parecer dioses.

Y finalmente sujetas unos simples despojos. Porque está muerto, o al menos muerto para ti. Eso es lo que realmente equipara todo esto al dolor de un parto. El de saber que has terminado cuando contemplas un cadáver. Es el asesinato lo que lo iguala a la vida. Contraste artístico.

Su vida dura desde que comienza el nacimiento hasta que finaliza. Después sólo queda arrojar todo. No hay deber de cuidado. Pero tampoco hay posibilidad de llevarlo a cabo. Tienes que deshacerte de tus propias palabras, olvidarlas, relegarlas al conocimiento de otros que les den esa vida que tu ya no puedes darles. Y volverán a verte e incluso te perseguirán. Y aunque las visitas de los hijos perdidos son agradables, la fuga es necesaria para no ser un enterrador más.

Para que la próxima vez que concibas nazca algo nuevo. Algo con identidad propia. No hay segundas partes ni homenajes en este arte. Ni en ningún otro. Sólo primeras. Sólo prototipos muertos.

No creo que existan los escritores felices. Pero tampoco creo que exista ninguno que no lo sea. Contraste artístico, también.

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