Lo reconozco, soy miedoso
me aterra el olor del silencio
lo huelo llegar, lo noto
en cada uno de todos mis huesos
acercarse, rodearme
se hace sombrío y doloroso
no lo veis mientras me atenaza de frío
todo sigue bailando y mientras mi alma se retuerce
y el grito se asfixia sobre su cuello roto
las luces de los cuerpos de nada le sirven
en mi boca se abre un negro foso
un pozo negro como la dignidad de la noche
sobre el que palabras como estrellas fugaces
trazan lineas de cal viva pero impronunciable
cuando todo enmudece y el sentido se pierde
el dibujo sobre el que mi cuerpo se expande
cae relegado en un trance ajeno
donde nada ya puede salvarme
hasta que el crujido lejano de mis cuerdas vocales
me devuelve nervioso el dominio de mi nave
y hablo solo para mantener fuera el misterio
de mi corazón que vigoroso aún late
con su pulso tangente al callado silencio
de su muerte.
Hace 17 horas
2 garabatos:
¡¡¡LA HOSTIA!!!
Este poema es fabuloso, fastuoso, fatídico, fatuo, inefable.
De lo mejorcito.
Exageras. Aunque me gustó experimentar con la forma, nunca lo había hecho y encontré la escusa perfecta.
Muchas gracias.
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